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Aranda Siempre ha sido una ciudad viva, alegre, bulliciosa. Por algo se la cataloga como “La villa que alegra Castilla”. Pero creo que esto fue hace mucho tiempo. Ahora es una ciudad triste y desangelada. Y no hablo de un par de años acá coincidiendo con la Covid que nos atrapa a todos. No, Aranda hace años que muere lentamente por falta de estructuras, del ferrocarril que ni está ni se le espera, por falta de unas buenas y seguras comunicaciones, por falta de una sanidad que adolece de unas instalaciones dignas para toda una comarca.
Aranda muere lentamente. La cultura ha sido algo vivo en esta nuestra villa. ¿Quién no recuerda al añorado, y ahora desaparecido, Clunia Teatro de Cámara por el que han pasado multitud de arandinos y arandinas haciendo sus primeros pinitos encima de unas tablas?. ¿Quién no ha bailado al son de la música de charanga de las peñas arandinas?. ¿Para qué queremos museos si no se pueden visitar por estar cerrados?. ¿Para qué queremos presumir de bodegas subterráneas si no hay nadie que las pueda enseñar? ¿Para qué queremos un salón de actos en la Casa de Cultura si no cubre las necesidades mínimas de los grupos profesionales y, en ocasiones, de los aficionados?. ¿Para qué queremos el Teatro Cine Aranda, si sólo se utiliza para una proyección cinematográfica a la semana durante unos cuantos meses y gracias a la pasión, y supongo que dinero, que ponen en ello la Asociación Cine Club Duero?.
Desde hace años, los arandinos y ribereños, amantes de la cultura, disfrutábamos de las actuaciones programadas por el Ayuntamiento, en colaboración con la Junta de Castilla y León, de la Red de Teatro en el Centro Cultural Caja de Burgos gracias al convenio con esta entidad. Actuaciones de altura muchas de ellas y por cuyo escenario han desfilado grandes figuras de la escena y grupos de renombre. Pues bien, todo esto, este año ha desaparecido. No sé de quién será la culpa de no llegar a un acuerdo, pero los arandinos y ribereños no merecemos quedarnos huérfanos de estos eventos culturales.
Se nos ha privado de un lugar de encuentro, de comunicación en estos tiempos que tanta falta nos hace. Al cuerpo hay que alimentarlo, claro que sí, y ahí están los magníficos asadores de que disponemos, pero al “espíritu” también hay que darle combustible para que funcione adecuadamente, y ese combustible es la cultura.
Es vergonzoso que un pueblo, ciudad o villa, como se quiera llamar, de casi 35.000 habitantes, no tenga un auditorio público donde se puedan celebrar multitud de actuaciones. Pueblos mucho más pequeños cuentan con ello, ¿Por qué Aranda no?
Señores políticos, sé que a lo mejor esto no da beneficios, ni llama la atención en los medios de comunicación, pero es su obligación velar para que Aranda no se muera cada día un poco más.
Valentín Martín
Director del grupo de teatro CARTEL
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