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Hace un año llorábamos porque estábamos encerrados en casa, no podíamos quedar con nuestros familiares y amigos, nos impusieron el uso de mascarillas, veíamos cómo se estaban muriendo las personas por algo que no conocíamos, nos cambió la vida a todos.
Hace unos días se levantó ese estado de alarma y hubo personas que lo celebraron como si el virus ya no existiera, gente que se reúne sin miedo, sin preocupaciones, sin mascarillas, parece que hemos perdido el miedo y de paso el sentido común.
Sigue el virus en la calle, se siguen contagiando personas, sigue muriendo gente y queda gente que lo ha pasado y tienen secuelas serias.
Los niños pasan horas con las mascarillas puestas en sus aulas y mucho tiempo en los patios de los colegios sin poder jugar con una triste pelota con sus amigos.
Hosteleros, a esos que tanto se les ha echado de menos, que se ven con el agua al cuello, que no sacan para pagar los impuestos que, el mismo Estado que les cierra sus puertas, les exige cada cierto tiempo, aún sabiendo que no les dejan trabajar.
Una Junta que cierra el interior de la hostelería porque las monjas de un convento de clausura han dado positivo en covid, que alguien me explique cuántas de ellas se han contagiado en el interior de un bar.
Miradas de niños tristes porque no pueden jugar con sus amigos, hosteleros y empresarios que han luchado cada día para levantar sus negocios adelante y que siguen viendo cómo son la cabeza de turco de esos que se siguen juntando en merenderos y casas, que siguen sus vidas como si nada pasara, que tantas noches han pasado en el interior de muchos de esos bares y ahora ni se acuerdan del dueño de ese bar que siempre les ha recibido con una sonrisa.
Ahora nos dejan más libertad de reunión, más movilidad, y en vez de disfrutarlo con cabeza y precaución habéis decidido volver a jugar con fuego y volver a ponernos en riesgo a todos.
Quiero que mi hija juegue en el patio del colegio con una pelota, con una comba, que se sienta libre y pueda disfrutar de su niñez como habéis hecho todos vosotros.
Quiero los hosteleros puedan trabajar, os puedan volver a poner vuestras copas, sólo que les dejen trabajar.
No pedimos tanto, un poco de empatía, hay personas que lo están pasando realmente mal
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