En los primeros años del siglo pasado, sobre el 1915 aproximadamente, los vecinos/as de Villanueva de Gumiel que amaban la naturaleza y que les gustaba que su pueblo fuera el más bonito de todos, con mucha ilusión plantaron unos retoños de árboles chopos para que la entrada a la avenida del pueblo fuera única en toda la Ribera del Duero, y sí, desde luego que lo lograron. Ese esplendor del paseo de entrada a Villanueva no le había igual en ningún pueblo del entorno y consiguió ser uno de los más bonitos que se recuerdan.
Durante más de cien años han visto pasar a varias generaciones y todos/as se han sentido muy orgullosos/as de pasear por la frondosidad y la frescura de los chopos. Han visto pasar carros con bueyes, con machos de labranza, gente en bicicleta, tractores con canastos llenos de uvas y por último, coches que con su contaminación son los que han acabado con ellos…
Los chopos crecían y crecían durante años, querían llegar al cielo y tocar con sus hojas las nubes. ¡Qué bonito era pasear debajo de esos gigantes verdes!
Pero, lamentablemente, todo tiene su final… unos cayeron con las tormentas, otros por una enfermedad de hongos pero aun así luchando contra la adversidad han aguantado mucho. Los últimos arboles de este 2021 tendrían mucho más de cien años.
Hasta que un buen día alguien los observó y vio que estaban enfermos “los árboles o el que les miró”, se dijo que corrían peligro por caerse encima de la carretera y por eso, decidieron cortarles y quitarles de en medio.
Nos hemos quedado desolados y huérfanos al ver una entrada del cruce al puente sin el aliento de nuestros gigantes verdes que tanto esplendor tuvieron en el pasado y presente de todos los villanoveses que los recuerdan con mucho cariño. Desde aquí me gustaría hacer mención a que el organismo que se ha dado tanta prisa por cortarlos, se de la misma prisa por acondicionar la zona y poner la entrada que nos merecemos.
Mantenemos la esperanza de que algún día, no muy lejano, veamos un nuevo paseo a izquierda y a derecha con un arbolado creciente haciendo una semejanza a los que ya no volverán y que con una mezcla de tristeza y nostalgia despedimos.