Quién no ha oído contar alguna vez a sus padres o a sus abuelos que el agua que brota de una fuente en el patio del claustro del monasterio de Santa María la Real de Tórtoles curaba la ictericia. Lo cierto de esta leyenda urbana es la facilidad con la que se había propagado por la zona, calando fuertemente en los ingenuos lugareños que acudían con toda credulidad al monasterio para obtener el remedio. Es probable que también las propias monjas estuvieran convencidas de las propiedades curativas de su fuente.
Cuenta la leyenda que durante la primera guerra carlista, un destacamento de soldados enfermos ocupó provisionalmente la pradera de los caños para montar un hospital de campaña, solicitando cobijo y ayuda a las monjas para los más necesitados, principalmente los que estaban enfermos de ictericia. Algunos de estos soldados fueron atendidos dentro del monasterio por las monjas. Al cabo de unas semanas los soldados ya se habían curado y volvieron de nuevo al frente. Cuando se les preguntaba a las monjas por la sorprendente curación de los soldados, aludían que ellas únicamente les habían cuidado con el amor y la caridad cristiana, que el resto del trabajo lo había hecho el agua que tomaban de la fuente del patio del claustro.
No pretendemos ser nosotros los que desmitifiquemos la leyenda pues, es obvio el juicio racional que pueda emitir cualquier mortal con un poco de criterio respecto a esta fábula. Por otro lado, también están en su derecho aquellos que prefieran creer en la leyenda, haciendo caso omiso a la clarividencia.
Imagen: "En el patio del claustro se puede apreciar los restos de la mítica fuente