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Aranda de Duero tiene mucho a su favor: una ubicación envidiable, una historia industrial potente, una gastronomía que habla por sí sola y, sobre todo, gente con ideas y ganas. Pero cuando hablamos de emprendimiento, algo no termina de encajar. Y no, no es por falta de talento. Lo que falta es un acompañamiento real, accesible y claro. Lo que falta es mimo hacia el comercio local, una estrategia bien pensada que haga más fácil empezar… y no una carrera de obstáculos que desanima antes de arrancar.
Tenemos espacios. Tenemos ayudas. Pero, ¿quién se entera? ¿Dónde se busca? ¿A quién preguntas si tienes una idea? La información está repartida en mil sitios y a veces parece que hace falta un máster para entender cómo moverse. Las webs no ayudan, los trámites cansan, y lo que ya funciona tiene tan poca visibilidad que mucha gente ni se entera de que existe.
Uno de los sitios más conocidos para dar el primer paso es Ribering, el espacio de coworking donde se organizan eventos y se acompaña a quienes quieren emprender. Pero no es el único. También están:
Fuera del ámbito local, hay ayudas de la Diputación de Burgos (como microcréditos sin aval para el medio rural o ayudas para digitalización y emprendimiento femenino, a través de SODEBUR). También hay programas de la Junta de Castilla y León para creación de empresas, digitalización, contratación... Y desde el Ministerio, el famoso Kit Digital, o el PAEM para mujeres, entre otros.
Todo esto suena bien… si se conociera. Pero, ¿de qué sirve tener opciones si casi nadie las conoce? Hace falta una ventanilla única, presencial y online, bien señalizada, donde puedas acudir desde el minuto uno. Un lugar que informe, acompañe y sobre todo, simplifique. Que tenga gente formada y con ganas de ayudarte, no solo para cubrir el expediente.
No es solo que haya locales vacíos. Es cómo se ven. Basta con pasear por el centro para notar el abandono: escaparates sucios, carteles antiguos, fachadas descuidadas. Esa imagen desanima. Y lo que comunica, en vez de invitar a invertir, parece gritar “mejor no entres”.
Pero hay ideas que ya están funcionando en otras ciudades, y que aquí podríamos adaptar perfectamente:
No se trata solo de mantener lo que ya hay. Necesitamos un comercio vivo, bonito, integrado en la ciudad. Emprender es darle vida a las calles, generar oportunidades, evitar que los jóvenes se vayan. Tenemos industria, sí. Pero hace falta diversificar. Apostar por lo nuevo y lo pequeño. Y sobre todo, generar diálogo real entre administración, emprendedores y ciudadanía.
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