En la política de Aranda de Duero se respira un aire rancio, un olor viejo que impregna cada rincón de los partidos mayoritarios. Nos quieren vender renovación, nos hablan de nuevas caras, pero la realidad es otra: es “el mismo perro con distinto collar”. PP y PSOE juegan a la regeneración, pero sin renunciar a las viejas estructuras que les garantizan el control. En este teatro político, los protagonistas cambian de nombre, pero el guion sigue siendo el mismo.
Desde el Partido Socialista se intenta proyectar la imagen de un cambio generacional, con Laura Jorge como nueva cara visible, una persona a la que, según los rumores, ya están preparando los votos. Sin embargo, la política arandina la conoce bien, no como una figura independiente, sino como alguien que ha crecido bajo la sombra de Ildefonso Sanz, Amparo Simón y la cúpula socialista que opera en segundo plano. ¿Hasta qué punto puede representar una renovación alguien que forma parte del engranaje que nos ha traído hasta aquí?
El PSOE, que perdió recientemente un gran número de votos en las que iban a ser las mejores elecciones de su historia, además de un concejal, sigue dominado por los mismos nombres de siempre. Cabe recordar que en el anterior periodo electoral ya perdió otros dos ediles.
Una renovación real significaría cambios profundos, nuevas formas de hacer política y una apertura a perfiles con visión propia. Pero, en su lugar, nos encontramos con más de lo mismo: el viejo PSOE maquillado de joven.
En el Partido Popular, la situación no es mejor. Cristina Valderas intenta mantenerse en pie en medio de un mar revuelto, rodeada de luchas internas y sin una dirección clara. Al igual que en el PSOE, la supuesta renovación no es más que una ilusión: en realidad, los mismos nombres siguen moviendo los hilos, impidiendo cualquier cambio que ponga en peligro su control.
Las estructuras de poder en el PP son tan rígidas como en el PSOE. En lugar de abrirse a nuevas voces que puedan conectar con la ciudadanía, el partido se mantiene encorsetado en sus propias luchas internas para intentar conservar el puesto asignado, más preocupado por la supervivencia de sus dirigentes que por ofrecer una alternativa real.
Mientras PP y PSOE siguen jugando a la falsa renovación, la política en Aranda de Duero continúa atrapada en una burbuja de inmovilismo. No hay nuevas ideas, no hay aire fresco, solo una política que huele a viejo y que se niega a cambiar.