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En Aranda de Duero, contamos con un gran potencial logístico e industrial, pero seguimos sin conexión ferroviaria, mientras otras localidades, como Valladolid, se benefician de inversiones y mejoras en infraestructuras, con su exalcalde al frente de un Ministerio. La línea directa Madrid-Aranda-Burgos, clave para el desarrollo de la Ribera del Duero, lleva cerrada desde 2011 debido al derrumbe del túnel de Robregordo. Desde entonces, ningún gobierno ha impulsado una solución real, dejando a nuestra comarca en una situación de aislamiento ferroviario que afecta gravemente al desarrollo.
Cronología de un abandono sistemático:
1968: Se inaugura la línea directa Madrid-Burgos pasando por Aranda de Duero, un corredor clave para conectar el centro de España con el norte sin pasar por Valladolid.
1994: Se suspende el tráfico de pasajeros, aunque la línea sigue operativa para mercancías.
2011: El derrumbe del túnel de Robregordo deja inservible la infraestructura, y el tráfico ferroviario se detiene por completo.
2017: Se presentan estudios que aseguran que la reapertura del tren directo es viable, con un coste estimado entre 150 y 300 millones de euros.
2020: Renfe deja de incluir la línea en sus previsiones, cerrando aún más la posibilidad de reapertura.
2024: El Ministerio de Transportes, liderado por Óscar Puente, menciona un coste inflado de 1.300 millones de euros para justificar la inacción, mientras otras líneas reciben inversiones millonarias.
La falta de compromiso no es casualidad. Mientras se ignora la reapertura del Tren Directo, el Gobierno ha aprobado una inversión de 253 millones de euros para una nueva estación en Valladolid, consolidando aún más su hegemonía en el transporte ferroviario de Castilla y León. Esta inversión responde a intereses políticos y económicos que favorecen el Corredor Atlántico, en detrimento del Corredor Central, que es clave para nuestra conexión con Europa.
Las consecuencias de esta desidia son devastadoras para Aranda:
El abandono de Aranda no es un caso aislado. Los partidos políticos que gobiernan en Madrid ni siquiera son capaces de hacer que el ministro Óscar Puente se reúna con el Ayuntamiento. Tal vez en "X" lea antes al alcalde que responder a las solicitudes formales para una reunión. Mientras Valladolid se convierte en el epicentro de las inversiones ferroviarias de Castilla y León, Aranda de Duero y toda la Ribera han sido relegadas al olvido. Los 700 millones destinados a la modernización de la línea Valladolid-León o los 450 millones invertidos en alta velocidad para otras regiones muestran que lo que falta no es dinero, sino voluntad política.
La pasividad de los políticos, sean del color que sean, está condenando a esta ciudad al olvido. ¿Cuántos años más tendremos que esperar a que los intereses de unos pocos dejen de prevalecer sobre el bienestar de toda una comarca? Es hora de exigir respuestas y movilizarnos para que Aranda de Duero recupere el lugar que le corresponde en la red ferroviaria nacional.
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