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Son muchas las personas a las que no les gustan las navidades. Precisamente por ser una época festiva y familiar, muchos no quieren ni oír hablar. Ya se oye por ahí la frase de " a ver si se pasan pronto estos días".
Por un lado podemos entender que para las personas que han sufrido pérdidas familiares, las primeras navidades sin esa persona van a ser muy duras. Y también aquellas personas que no tienen a nadie, o tienen malas relaciones familiares. La tradición obliga a juntarse en familia, parece que si no se hace, está mal, pero resulta que si se juntan, en algunos casos, es incluso peor.
La verdad que la situación familiar de muchas personas no es nada fácil, pero por eso no hay que obligarse, aunque sea tradición a estar con personas que no se quiere estar. Podemos hacer que las navidades sean diferentes y cada uno invente su propia Navidad y se junte con quien quiera juntarse, sean amigos, conocidos o desconocidos.
Pero por otro lado, ¿ no es la Navidad una época de perdón, recogimiento, etc? Si en esta época no hacemos un esfuerzo por dejar atrás las diferencias, por intentar mejorar la relación familiar, ¿cuándo lo vamos a hacer? Habría que valorar y sopesar, porque realmente podemos pasar unas horas con personas a las que el resto del año apenas vemos. Todo esto tiene que ver con el desapego. Tenemos que conseguir estar con esas personas sin que nos genere una sensación de malestar. Pero claro, todo depende del nivel de problemática o mala relación entre los afectados.
Sea como fuere, nadie debemos odiar la Navidad, si no nos gusta cómo es la Navidad actual, pues hagamos otras cosas, no nos obliguemos a hacer lo establecido. Y siempre estamos con el tema del consumismo, a nadie nos gusta el aumento de compras y el bombardeo masivo de anuncios, los regalos que hacer y la cantidad de dinero que gastar. Pero a casi todos nos gusta recibir regalos, y mantener esa ilusión. Hay familias donde se juntan tantos que hacen el amigo invisible u otras modalidades.
Entrando en el tema de las comidas, eso sí, nos apetece comer bien, sobre todo aquellas cosas que durante el resto de año no probamos: turrones, mazapanes y peladillas. Cocinar un buen pescado y comer marisco, y por supuesto, un buen cordero para los días más señalados. Hay que hacer un homenaje a esas personas que son las anfitrionas y se pasan todo el día preparando suculentos platos para todos. Actualmente, mucha gente ya prefiere no meterse en harina y salen a los restauramtes a disfrutar, sobre todo en Nochevieja, para así tener el baile asegurado.
¿Cómo vamos a odiar la Navidad si esta época del año nos hace sacar de nosotros sentimientos positivos? Nos hace volver a la niñez, nos hace sentir nostalgia. Si recordamos ahora el anuncio del turrón El Almendro, recordamos que a veces nos hacía hasta llorar. Otro sentimiento es el de la solidaridad que nos despierta ese corazoncito para que seamos generosos con los que menos tienen. También sentimos de alegría y tristeza al mismo tiempo. Nos alegramos de poder ver a los amigos y a la familia que vive lejos y que vuelven a casa por Navidad. Muchos no les vemos en todo el año y es la única oportunidad de reír y hablar con ellos. La tristeza por los que no pueden estar, por trabajo, por emfermedad o simplemente porque este año hicieron otros planes.
Al finalizar el año aparecen también sensaciones encontradas, por una parte de orgullo y satisfacción, de cierre de ciclos, o por otra parte, de sensación agridulce, pensando en un año más que se nos va. Acto seguido comienza el año nuevo y aparecen sensaciones de positividad, por tener un año nuevo delante nuestro por estrenar. Pensamos en nuestros propósitos y nuevos proyectos que se harán realidad.
Podemos ya disfrutar de las luces y adornos, de la ilusión de lo que vendrá y de los preparativos. Y por supuestos de las felicitaciones de todos, que en estas fechas se dan cada vez de más diversas maneras. Nos aparecen en forma de tarjetas escritas a mano, tarjetas compradas ya etiquetadas, las llamadas de teléfono inesperadas los mails, los mensajes de móvil y los wasaps.
Sea como sea, son todo buenos deseos de paz y felicidad. Nos cansaremos de besarnos y de abrazarnos, guardaremos ese calor dentro. La Navidad nos hace valorar lo que ya tenemos y por lo que no nos podemos quejar, nos hace hacer memoria de que un año tras otro podemos reunirnos alrededor de una mesa y disfrutar de la vida.
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