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Es un placer poder disfrutar de una comida con la familia o con amigos. La paella es un plato típico que además de ser muy versátil, gusta a todo el mundo. Así que ya tenemos la unión perfecta: buena comida, ganas de disfrutar y personas dispuestas alrededor de una mesa.
Aunque el tiempo atmosférico puede hacernos dudar de si disfrutarlo un día u otro, nunca debe ser un impedimento. La paella se puede hacer al aire libre, pero también bajo techo. La temporada mejor es de Febrero a Noviembre, es decir, casi todo el año. Así que no hay excusa.
Los ingredientes de una buena paella son: primero sofreír las ganas de juntarse, después rehogar la "quedada" para poder organizar el día y la hora. A continuación, muy importante, mezclar los ingredientes, eligiendo bien quién se hace cargo de cada cosa para que no falte ni pan, ni agua. Luego se echa buen humor en abundancia, una pizca de salero y que no falten las risas.
Es imprescindible esperar que todos estén muy a gusto y se disfrute de cada momento del día. Terminantemente prohibido mirar el reloj. Da igual la hora a la que se termine de hacer la paella y se comience a comer. Mientras tanto, es el momento de picar algo, ponernos al día, contar anécdotas de otros días. Uno prepara aceitunas, otro patatas fritas con mejillones y limón, ricas ricas. Otro se encarga de sacar la bebida y conocer así los peculiares gustos de cada uno. Últimamente la gente tiene unas preferencias muy particulares y es muy divertido saber qué es lo que cada uno quiere y cómo lo quiere. Como pasa con el café, para gustos los colores.
Eso sí cuando se tapa la paella con el fuego ya apagado, es momento de ultimar los detalles que queden sobre la mesa y que todo el mundo localice su sitio, su vaso y lo que necesite. Después llega "el destape" y la foto de esa preciosa paella, con gente, sin gente o en plan selfie, como se quiera. Pero no es momento de enviarla a ninguna red social, al no ser que seas muy rápido, porque si no pierdes bocado. Es momento de servir los platos y comenzar a degustar este manjar de nuestra tierra. Entonces sí, se hace el silencio, incluso alguno cierra los ojos para saborear mejor y notar los diferentes ingredientes y su toque personal.
Se retoma de nuevo la conversación con elogios hacia el cocinero y hacia los buenos ingredientes bien escogidos y salteados. De repente, el único tema es la paella, es la protagonista absoluta durante un buen rato. Luego se vuelve a retomar algún asunto pendiente o temas aún sin tocar. El caso es pasar una buena tarde, la razón: una paella; los resultados: unas buenas conversaciones. Esto hace estrechar lazos entre las personas, como la risa que fomenta la cohesión de grupo. Es muy importante para todas las personas sentir la pertenencia a un grupo, es decir, que formas parte de algo. Por eso tenemos esa necesidad de reunirnos, de asociarnos, de juntarnos para reivindicar y conseguir aquello que queremos.
Mención especial merecen esas paellas populares, que reúnen a todo un pueblo, o a una gran cantidad de gente. Y por supuesto también, recordar a las personas que dirigen el timón de este manjar. Una gran responsabilidad entre sus manos: que no esté salada, que no quede sosa, ni duro el arroz y por supuesto con un poco de "socarrat", sin llegar a ser sabor a quemado.
Practicando la paelloterapia una vez cada quince días o una vez al mes, notarás sus efectos en poco tiempo.
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