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Tomar conciencia es la clave para comenzar a resolver muchas situaciones que nos provocan malestar. Cuando no somos conscientes de lo que hacemos o decimos, y actuamos sin más, a la larga, podemos tener problemas de relación con los demás. Es lo que queremos decir con la expresión: "como pollo sin cabeza". Tal cual, si no somos conscientes de nosotros mismos, es como si nuestra cabeza no estuviera sobre nuestros hombros.
Lo primero que podemos hacer es ser consciente de nuestro cuerpo, de nuestra postura corporal, de nuestros andares y de nuestra manera de hablar con los demás. Es importante que sepamos cómo es nuestra carta de presentación ante los demás, es lo que habla de cómo somos, nuestra propia presencia.
¿Cómo conseguir ser más consciente de nuestro exterior? Pues observándonos más, nuestros pies, nuestras manos, nuestra voz, nuestros gestos. Igual que observamos a otros, mirarnos desde afuera. Es un ejercicio que nos hará más capaces de darnos cuenta cuando nuestro tono de voz está cambiando, cuándo me estoy poniendo nervioso porque me muevo más de la cuenta, etc.
Pero también es importante observar nuestro interior. Saber cuáles son nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones. Esto ya es algo más complejo. Necesitamos llegar a vernos desde dentro. Esto nos indicará más fácilmente si estamos a gusto, o si, por el contrario, estamos cansados o necesitamos algo. Y además saber cómo suele funcionar nuestra mente para estar prevenidos. A veces nuestros propios pensamientos nos hacen sentirnos mal, nos pueden crear ansiedad o tristeza. Si nos hacemos expertos en cómo suele ser nuestra manera de pensar, estaremos más alerta para no hacerles tanto caso y poder seguir con nuestros objetivos.
El modo normal del funcionamiento cerebral, es el modo "supervivencia". Por lo que, ante cualquier situación solemos actuar con cautela, que está muy bien. Pero la mente siempre se pone en lo peor, para prevenirnos. Es decir, lo normal es tener pensamientos negativos acerca de las cosas, para prepararnos ante ellas. Por eso siempre, lo que pensamos es peor de lo que sucede, nuestra imaginación nos lleva por caminos insospechados. Y además creemos que somos ineficaces por pensar así, y no pensar en positivo. Pues no, para pensar en positivo hay que hacer un gran esfuerzo porque no es lo normal. Por eso nos cuesta tanto, y aún consiguiéndolo, no nos lo terminamos de creer. La mente siempre nos está diciendo: "¡cuidado! ".
Sabiendo esto, a veces tenemos que hacer oídos sordos a nuestra propia mente. Algunas ocasiones, la mente se pone tan exageradamente dramática, que nos hace dejar de lado nuestros propósitos y pasar muy malos ratos. Además de empeorar nuestras relaciones sociales y familiares.
Todos habéis tenido pensamientos negativos, cuando vuestros seres familiares tardan en volver a casa. Pensamos en que les ha podido pasar algo, y nunca bueno. Pensamos en un accidente de tráfico, o cualquier otro problema con el coche, también pensamos en que se han olvidado de nosotros o que no les importamos. Nos metemos en una dinámica en la que menos mal, al final se rompe gracias a que la realidad nos pone la mente en su sitio. Pero el mal rato ya lo hemos pasado. Otras personas más reactivas, llegan a llamar a hospitales o a la policía, para saber qué está pasando. Después claro de haber agotado la vía del móvil. Son los que realizan muchas llamadas o no son capaces de pensar que hay muchas más opciones de resultado.
¿Cómo podemos entonces mantener la calma en estos momentos? Lo primero, tomar conciencia de que nuestra cabeza está en modo supervivencia. Después recordar que aunque pensemos negativo, esto no quiere decir que vaya a suceder aquello que pensamos. Y la experiencia nos lo dice, pues lo que finalmente ocurre, no suele ser lo que nuestra mente afanosamente ha ideado. Las cosas nunca son para tanto, una vez pasadas.
¿Qué podemos hacer para tener más conciencia de nuestros pensamientos y emociones? Pues practicar la respiración consciente. Fijarnos en cómo respiramos: cómo entra el aire por nuestra nariz, cómo se hincha nuestro abdomen, cómo sale el aire poco a poco por la boca. Y así unas cuantas veces. Esto hace que dejemos de pensar para centrarnos en nuestros cuerpo. También se puede conseguir practicando la relajación, la meditación y el Mindfulness.
Tomar conciencia nos hace romper con esos pensamientos, que se retroalimentan y nos llevan a estamos de malestar y ansiedad. ¡Empieza a dar el primer paso!
Lee más sobre este y otros temas en http://vivirlapsicologia.wordpress.com
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