Los datos son alarmantes. Si de septiembre a mayo de 2022 el proyecto de apoyo psicológico “Tejiendo Salud Mental” atendió a 24 niños y jóvenes, en los 6 meses que lleva funcionando tras haberlo retomado el número de usuarios ha sido de 40. Y hay 18 personas en lista de espera.
Es verdad que el proyecto ha ampliado el espectro de jóvenes en cuanto a edad teniendo en cuenta que la problemática es similar y que necesita de apoyos parejos. Si antes se atendía sólo a menores de edad, se ha aumentado hasta llegar a los 25 años. Pero lo cierto es que las cifras dejan patente que Aranda de Duero necesita, y mucho de este servicio que, si nadie lo remedia, podría desaparecer a partir de septiembre.
Blanca Cuesta es la psicóloga que Salud Mental tiene contratada para llevar este servicio. Ella, junto a la también psicóloga Alba Ortiz y la gerente de la asociación, Eva Fernández, han presentado el balance de los primeros seis meses de proyecto. Y alertan: si no se le da continuidad “el proyecto se acabaría”.
Porque en la primera edición se contó con el apoyo de la empresa Alcampo para ponerlo en marcha, y esta vez el proyecto de servicio de salud mental infantojuvenil cuenta con 40.000 euros de manos del Ayuntamiento de Aranda. Pero el dinero sólo da para un año, por lo que lanzan un llamamiento al nuevo equipo de gobierno que salga en el Ayuntamiento para que sigan apoyándolo. Como también reclaman un lugar más idóneo para atender a los usuarios. Tratándose de jóvenes ven importante que este servicio no se preste en las propias instalaciones de Salud Mental, pero entienden que el centro cívico, donde tienen cedida una sala, “no es el espacio más idóneo para este tipo de proyecto”, apunta Eva Fernández, quien también se pregunta qué pasará durante el verano, teniendo en cuenta que a los usuarios se les atiende mayoritariamente por las tardes y que esta instalación cierra precisamente en horario de tarde en época estival.
Para lograr casi duplicar el número de usuarios se han optimizado las sesiones, que han pasado de ser individualizadas a grupales. De esta manera se consigue un mayor número de sesiones para los jóvenes en grupos pequeños de 5 o 6 personas que comparten sintomatología. “Continúa siendo bastante individualizada, pero permite optimizar recursos”, apunta Blanca Cuesta.
En cuanto a sexos, son las chicas las que más acuden: 31 frente a 9 niños y jóvenes varones. “Empiezan a reflexionar que tienen u problema, sobre todo las que se encuentran en la franja de 13 y 18 años y empiezan con pubertad”, explica la psicóloga.
Porque no acuden sólo los padres cuando ven que tienen un problema en casa con su hija o hijo. También son ellos mismos los que se deciden a llamar por teléfono. “Demandan un lugar donde sentirse libres para opinar, quieren sentir el alivio de saber que si les ocurre algo pueden ser entendidos, buscan a gente con la que poder hablar de estos temas, buscan un argumento…”, comenta Blanca.
Los padres acuden porque detectan problemas de conducta o fracaso escolar. Desde los 13 años aumentan los problemas de ansiedad y de soledad, y puede visualizarse algún tipo de trastorno mental. También están presentes las autolesiones e ideas suicidas, a los que a partir de los 18 se suman los problemas de orientación vocacional.
En cuanto a edades, los usuarios más numerosos son los que se encuentran entre la franja de 13 a 18 años (23 usuarios). Le siguen los situados entre 7 y 12 años (10) y los que tienen entre 19 y 25 años (7).
Desde el proyecto destacan que los jóvenes necesitan y demandan atención, que las horas son pocas y que serían necesarios más recursos porque “no todo podemos abarcarlo de manera grupal”.
E inciden: es necesario no “sólo apagar fuegos” cuando surgen problemas, sino también trabajar en la prevención, como también se intenta hacer acudiendo a los institutos a trabajar con los menores. Todo ello para un proyecto que trabaja en red, con la implicación de centros educativos y servicios sanitarios y sociales y que, sin duda, está demostrando que es necesario.
Imagen: (de izquierda a derecha) Blanca Cuesta, Eva Fernández y Alba Ortiz./ BC
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