El ilustrador arandino Nano A. Lázaro lo ha vuelto a hacer. Valiéndose de su aerógrafo, ha llenado de color una fachada hasta ahora sin vida. Y esta vez en Santa Catalina, de la mano de la Asociación de Comerciantes del barrio.
Se trata de una alegoría de la propia santa, donde aparece representada junto a sus elementos más característicos, la espada y la rueda. Lázaro ha querido dar rienda suelta a la libertad que le ha otorgado el colectivo comerciante para este trabajo retratando a la patrona del barrio con pelo corto. “Es un símbolo de aire fresco para el barrio”, comenta el artista, quien confiesa también que lo conoce de primera mano al haberse criado en las calles del mismo. Y junto a la santa, un variopinto grupo de animales que ejercen actividades comerciantes, el motor del lugar. El hecho de que sea “cada uno de un continente distinto” escenifica también el carácter multicultural de la zona.
En la franja inferior de este gran mural, donde se han invertido unos nueve días de trabajo marcados por las inclemencias del tiempo y el hecho de que anochece temprano, Nano Lázaro ha querido otorgarle gran protagonismo al río Arandilla, cuyas aguas atraviesan el barrio. El ilustrador ha interpretado este apartado de la capital ribereña mediante un bloque de edificios del que emergen unas coloridas flores, pues es “el jardín que creció en una época de desarrollo”, comenta el artista. Justo en el plano siguiente, se observa un gran buey completando la obra como “símbolo de labranza”.
Sin embargo, aunque esta es la versión que el dibujante ha querido dejar plasmada con su creación, que los visitantes podrán encontrar frente a la iglesia del barrio, confiesa que está “encantado de conocer las interpretaciones que hacen quienes ven el mural”.
Fotografías: Nano Lázaro
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