Una nueva campaña de excavación en el Torreón de Adrada de Haza confirma su origen romano y sitúa la edificación como una de las primeras construcciones militares de la época en el ámbito rural de Castilla y León. Las cerámicas encontradas en su zanja de cimentación lo ubican en torno al siglo II después de Cristo. El Torreón levantado sobre el trazado de la muralla primitiva del castro vacceo La Casa de los Moros, que data del siglo II antes de Cristo, y tiene un marcado carácter estratégico dominando, desde su posición, un amplio territorio del valle del Riaza, la Serrezuela de Pradales y el páramo de Corcos.
Esta segunda campaña de excavación arqueológica, realizada en agosto de 2022, ha sido promovida por el ayuntamiento de Adrada de Haza y ha contado con una inversión de 9.166,617 €, de los cuales 5.500 han sido subvencionados por la Diputación de Burgos.
Este proyecto de investigación se inició el año 2021 por parte de la empresa Patrimonio Inteligente, y en el mismo ha participado un equipo de cinco arqueólogos dirigidos por Ángel Palomino Lázaro.
Sobre el Torreón de Adrada de Haza
El Torreón de Adrada de Haza es una imponente construcción de planta cuadrada que emplea la técnica de amasado de cal y canto para levantar unos muros de unos 6 metros de espesor, con un paramento exterior de grandes sillares, en su mayor parte expoliado hasta casi la cimentación, siendo el lienzo interior de sillería de menor tamaño. Únicamente se ha conservado la planta inferior, de unos 10 m de altura, habiendo desaparecido otra superior que el equipo arqueológico supone de similares características.
El Torreón se levanta sobre el trazado de la primitiva muralla del castro vacceo de La Casa de los Moros y ha reutilizado para su edificación buena parte de las piedras de esta defensa que en la actualidad a penas sí resulta visible, encontrándose sepultada por una potente capa de escombros. Este emplazamiento, sobre la margen derecha del río Riaza, tiene un marcado carácter estratégico, ya que desde aquí se domina un amplio territorio, fundamentalmente del tramo final del valle hasta Roa, si bien en dirección opuesta se tiene una amplísima panorámica de la Serrezuela de Pradales y del Páramo de Corcos que la circunda.
Esta posición dominante en el paisaje seguramente fue determinante para la instalación del poblado vacceo, protegido por la referida muralla en su flanco oriental, el punto más vulnerable. Abandonado este poblado aproximadamente en el siglo II antes de Cristo, este dominio del territorio determinó la construcción del Torreón varios siglos después, aproximadamente en el II después de Cristo, como parecen revelarlo las cerámicas encontradas en su zanja de cimentación.
En efecto, la excavación arqueológica, que se ha centrado en el lado norte de la torre, ha permitido reconocer en toda su extensión la amplia zanja de expolio de los sillares que formaban la pared exterior, cuya calidad y dimensiones los convirtieron en piezas muy apreciadas para nuevas construcciones, habiendo servido por tanto como cantera en épocas moderna y contemporánea. A pesar de este intenso expolio, de esta pared se ha conservado al menos la hilada de base y la potente cimentación sobre la que se ha levantado todo su alzado. Ha sido precisamente en la zanja excavada para cimentar el torreón donde se han encontrado cerámicas romanas que permiten suponer su construcción en torno al siglo II después de Cristo. Esta cronología deberá verse confirmada por los análisis de Carbono 14 de varios carbones encontrados también en la zanja y que están siendo analizados en el Poznań Radiocarbon Laboratory (Polonia).
Esta cronología sitúa al Torreón de Adrada entre las primeras construcciones militares de época romana no solo en este sector del valle del Duero, sino del ámbito rural de Castilla y León. Su funcionalidad, claramente asociada a la protección del pozo que se abre en su interior, abre nuevos interrogantes sobre los procesos de organización y control de este territorio en esta época, siendo evidente su relación con la cueva de la vecina localidad de Hontangas, donde por entonces se encontraba operativo un importante santuario dedicado a Hércules y a la divinidad indígena Aeio que, según los expertos en religiones antiguas, estaban relacionados con la protección de los caminos y los ganados.
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