Será la próxima corporación que comience a trabajar en el Ayuntamiento de Castrillo de la Vega la que tenga que decidir si quiere dar continuidad al estudio integral que durante este último año ha realizado el arquitecto ribereño Alfredo Sanz en el barrio de las bodegas del municipio. La intención cuando se contrataron los trabajos, explica la exalcaldesa Florence Amar, era apostar por su puesta en valor y su preservación a través de una ordenanza que vele por este entramado de la arquitectura etnológica. Ahora, una vez obtenida la herramienta necesaria para ello, es el momento de dar el segundo paso.
Esta mañana se ha presentado el estudio de las 166 bodegas subterráneas y 37 lagares. Su principal característica es que el cerro donde se engloban la mayoría se encuentra en pleno casco urbano de la localidad. Y que se mantiene en este cerro de unos 12 metros de elevación, casi en la totalidad, la misma fisonomía que hace dos siglos.
Por tanto, muy poca transformación es la que se ve en esta “gran maraña de bodegas”, indica Sanz, donde más de la mitad (88) conservan sus puertas tradicionales de madera y 90 cuentan con los bancos de piedra tradicionales en la entrada exterior.
La conservación es buena, tal y como avanzábamos en DR, 142 están en buen estado o con pequeños desprendimientos, por lo que su conservación no es muy complicada. No ocurre así con las 8 que tienen desprendimientos graves o las 12 que están hundidas.
En cuanto a los lagares, estas estructuras han variado con los años. Sólo 2 de los 37 estudiados conservan sus elementos en su totalidad y 8 una parte. Del resto sólo hay vestigios o han desaparecido.
En cuatro niveles, con una media de 17 metros de longitud por bodega, se ha constituido un entramado que alcanza los 3 kilómetros de longitud. Esa estructura con galerías comunicadas entre sí compone la principal razón de su mantenimiento: la ventilación. Llama la atención que apenas hay 50 zarceras.
“El estado conservación es alentador, y con este estudio Castrillo tiene una una herramienta para el conocimiento y la gestión de esta zona tan delicada, un paso imprescindible para su recuperación”, señala el arquitecto. Sanz también ha trabajado en los estudios integrales de las bodegas de Fuentespina, vadocondes, Aranda, Gumiel de Mercado y Sotillo de la Ribera. Y ha sido en Castrillo donde más bodegas se han catalogado dejando por detrás las 136 de Aranda, las 128 de Fuentespina, las 106 de Gumiel de Mercado, las 86 de sotillo o las 78 de Vadocondes.
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