Es el monumento más antiguo del municipio y se teme su derrumbe. El servicio territorial de fomento paralizó el proyecto de cimentación impulsado por el Ayuntamiento.
Una campaña es la que han iniciado los vecinos de la localidad ribereña de Castrillo de la Vega con el fin de solicitar al servicio Territorial de Fomento en Burgos que se inicien los trabajos de restauración del puente El Roque con el fin de preservar y adecentar este vestigio histórico que el año pasado contó con los trabajos de limpieza de un grupo de voluntarios impulsado por el Ayuntamiento.
Y es que el puente es el monumento más antiguo del municipio, y se encuentra en ruinas desde hace años contando con un solo ojo de los cuatro que tenía, está en riesgo de derrumbarse debido a que su cimentación es muy deficitaria. Los vecinos no quieren que esto ocurra y piden que las administraciones tomen cartas en el asunto, ya que un grave agrietamiento en el arco y el desprendimiento de algunas de las piedras presagian el fin de un antiguo puente que dataría del siglo XIV y formaba parte de la Cañada Real. Su principal deterioro tuvo lugar con el bombardeo de cañones, se dice, que se lanzaron desde Aranda con el fin de favorecer a cambio el tránsito por el puente de la capital ribereña, ya que el que unía Castrillo con La Ventosilla suponía un paso muy importante para cruzar el río Duero.
Las hojas para firmar se encuentran ya repartidas en los establecimientos de la localidad y se recogerán una vez que finalice el mes de agosto para presentarlas al Servicio Territorial de Patrimonio, para que desde allí se lleve a cabo algo que ya se intentó desde el Ayuntamiento, cimentar el puente y adecentarlo, y que se paralizó precisamente desde Patrimonio.
El libro de José Ignacio Sánchez Rivera titulado ‘Los puentes de la ribera burgalesa’ habla del puente El Roque, que unía la localidad de Castrillo con La Ventosilla y que también era utilizado, contaban los vecinos del municipio, por los que viajaban desde Segovia a Burgos. El único arco apuntado que queda es de 9,2 metros de luz y 10 de altura, parecido y contemporáneo al de san Martín de Rubiales. En una reconstrucción con escáner tridimensional en colaboración con el Laboratorio de Fotogrametría de la Universidad de Valladolid, aparece una bóveda apuntada de 26,5 metros de luz, suficiente para saltar la corriente sin cimentaciones en su cauce.
Parece ser, continúa Sánchez en su libro, que el acceso al puente desde Castrillo era una pronunciada pendiente, un modelo de puente muy parecido al de Cangas de Onís. Sin datos sobre su construcción, fue derribado y abandonado en el S. XVII, coincidiendo con la posesión de La Ventosilla por el valido de Felipe III, el Duque de Lerma.
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