Es este domingo cuando la localidad de Villanueva de Gumiel inaugurará el nuevo museo en el que ha convertido el antiguo molino del municipio. Una apertura de este elemento etnográfico que precisamente, hace 100 años, dotó de la primera luz eléctrica al municipio, aunque sólo unas horas al día, siendo uno el primero de la comarca ribereña que contó con esta novedad que revolucionó nuestra vida.
Son varias las corporaciones, explica el alcalde de Villanueva de Gumiel Felipe Nebreda, que han luchado por mantener el antiguo molino en pie. “Han trabajado para que no se hundiera y nosotros lo que hemos hecho ha sido dotarle de contenido y creo que hemos dado con la clave”, comenta el primer edil.
Han sido varias las opciones que se han barajado hasta llegar a la que finalmente se ha tomado, entre las que se encontraba convertirlo en restaurante para fijar empleo, que finalmente no se consiguió.
De momento el antiguo molino se abrirá a grupos que lo deseen, como también se podrá visitar por los participantes en las rutas guiadas del programa “¿Te enseño mi pueblo?” organizado desde la ADRI Ribera del Duero y llevado a cabo por los propios vecinos que de forma voluntaria quieren enseñar su pueblo a los visitantes.
Pero la intención es más ambiciosa, ya que se pretende que el museo entre a formar parte de la red de Museos Vivos y en ello se está trabajando.
Visitar un molino antiguo tal cual
El molino de Villanueva de Gumiel conserva muchos de los elementos de sus inicios. La planta baja cuenta con las piedras de moler de este molino hidrográfico incluyendo las turbinas que se alimentaban de la corriente de agua, produciendo así la electricidad para mover las ruedas.
En la primera planta vivía la familia de los antiguos molineros. La parte de las habitaciones se ha dejado diáfana para mostrar al visitante los principales medios de vida de los habitantes de Villanueva: el cereal, las viñas y la resina. La parte de la cocina y el comedor también se ha dejado diáfana y se conservan elementos utilizados por los molineros, como la cocina de llama antigua, una alacena o la mesa.
Muchos de los elementos han sido cedidos por vecinos del pueblo para dotar de contenido el museo, que se completa con cuadros procedentes de los concursos de pintura rápida que allí se han realizado durante años.
Han sido unos 80.000 euros los que se han invertido en este proyecto: 65.000 para los arreglos necesarios en un inmueble que conserva mucho de su estado primitivo. El resto se ha dirigido a la tematización del museo, que cuenta con paneles y con un vídeo explicativo.
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