Carla Baciero Álvarez es la alumna del instituto público Cardenal Sandoval y Rojas a la que hoy martes le será entregado un premio. Y es que esta estudiante de 2º Bachillerato ha sido la ganadora del tercer premio en la modalidad de Bachillerato del primer concurso de Microrrelatos "¡A toda pastilla!", organizado por el Grupo de Investigación Técnicas de Separación y Análisis Aplicado (TESEA), de la Universidad de Valladolid.
Se trata de un proyecto financiado por el grupo de Jóvenes Investigadores Químicos (JIQ) de la Real Sociedad Española de Química (RSEQ). Un certamen que ha visto la luz por primer año, en el que los participantes tenían que escribir en un tiempo máximo de 30 minutos un microrrelato de 120 a 220 palabras cuya temática era la ciencia en todas sus vertientes, contextos, situaciones y posibilidades.
“Lo hicieron en clase, sin supervisión del profesor ni uso de diccionarios, móviles, tablets u otros dispositivos electrónicos”, explica su profesor del Departamento de Biología y Geología Pablo Castaño.
Por tanto, un relato libre que únicamente debía utilizar una frase obligatoria: “una función que tendía a infinito”. El objetivo de este concurso es promover el espíritu científico de los jóvenes relacionando la ciencia y la escritura de una manera lúdica, creando así un espacio abierto para pensar e imaginar la ciencia desde cualquier perspectiva a través de la literatura.
La entrega de premios tiene lugar en el campus Miguel Delibes de Valladolid.
Texto premiado
Soñar no tiene límites
Ana era una estudiante de segundo de Bachillerato conocida en su pueblo por haber ganado multitud de concursos de matemáticas y premios por sus buenas notas. Sin embargo, escondía un secreto, lo que le motivaba a levantarse por las mañanas no eran las matemáticas, sino el teatro.
Soñaba con ser actriz, pero sus padres no le apoyaban ya que las clases de teatro le quitarían tiempo de estudio. El club de teatro al que acudió en secreto estrenaba aquel día una obra llamada "Hasta el infinito y más allá". Por desgracia, al mismo tiempo Ana debía acudir a una prueba de acceso para entrar a una prestigiosa escuela matemática. Mientras resolvía el último ejercicio del examen, una función que tendía a infinito, se dio cuenta de que debía perseguir su sueño. Entonces se levantó y corrió hacia el teatro para participar en la función que resolvería sus dudas y le haría darse cuenta de que los sueños no tienen límites.
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