Las heladas de estas dos últimas noches en la Ribera del Duero han dado al traste con los viñedos de la zona. Un desastre para unas plantas que ya empezaban a brotar y donde en algunas se comenzaban a ver los atisbos de los primeros racimos.
Con temperaturas que han alcanzado en algunas zonas durante las dos últimas madrugadas de -5 y -6ºC, ahora sólo cabe la esperanza de que el ciclo vuelva a empezar, pero para eso se necesita que no vuelva a helar.
Comenta Daniel Maestre, viticultor y responsable de La Unión de Campesinos de Castilla y León en Aranda de Duero, que la situación es alarmante. “Si lo de 2017 fue un drama, al menos algunos pueblos se salvaron, pero estas heladas han afectado a todos los pueblos, porque lo que no se heló la noche del domingo se ha helado esta”, señala.
Una zona, la de la Ribera del Duero, que cuenta con 30.000 hectáreas de viñedo. Y muchos pueblos donde el hielo ha afectado al 100% del viñedo en muchas zonas como las de Moradillo, Pardilla y la parte suroeste de la provincia. Eso fue la primera noche, pero la segunda el frío dañó “la parte que se había librado, la otra parte del río”.
Por tanto, una situación que pone en peligro la cosecha de 2024 de la uva. No se entiende desde UCCL que el Consejo Regulador no haya tomado cartas en el asunto pidiendo la declaración de zona catastrófica.
Lo seguro, apunta Maestre, es que la cosecha será muy escasa. Porque todo queda a expensas de que no vuelva a helar y las previsiones no son nada buenas, ya que se prevé que hasta el 15 de mayo puedan caer heladas en la comarca ribereña. Cuando se hielan las horas se hiela el tallo entero, y ahora no queda otra que retirar esos tallos helados y “rezar” para que vuelvan a brotar otros nuevos y que no se hielen. Sólo esto podrá salvar la próxima campaña.
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