David Burgos es psicólogo de la Asociación Burgalesa para la Rehabilitación del Juego patológico (ABAJ) y esta semana ha viajado hasta Aranda de Duero para hablar de la adicción a los videojuegos y juegos de azar. Es un problema que atañe a personas de todas las edades, pero en el que preocupa sobremanera el aumento en jóvenes y adolescentes. Por ello nos resulta interesante contar con él para charlar.
- ¿Desde cuándo eres psicólogo de la asociación?
- Llevo 32 años en una asociación con 36 años de vida, así que llevo tratando a jugadores desde 1993.
- Habéis acercado esta semana el problema de la ludopatía a Aranda de Duero. ¿Cómo ha sido?
- Fue el miércoles. Por la mañana estuvimos en un instituto de formación profesional con dos grupos de jóvenes a los que les dimos a conocer las repercusiones a nivel personal y familiar, aparte del económico, que tiene esta enfermedad. Me acompañaron dos personas que han estado en el mundo de las adiciones y fueron impactantes sus testimonios. Por la tarde ofrecimos una charla y estamos muy contentos con el resultado.
- ¿Es la ludopatía peligrosa?
- Lo es, y mucho. Y no por la cantidad de dinero que han gastado, sino por la vida que no se tiene, los proyectos que desaparecen y hasta incluso las ganas de quitarse de en medio. Los ejemplos los pudieron escuchar en las personas que han pasado por ello y que vinieron a Aranda, personas que no tienen miedo de hablar. Forman parte de la asociación y han conseguido recuperarse, pero lo cierto es que el pensamiento del suicidio es una realidad de muchos jugadores, de mayor o menor edad.
- Y a pesar de ello las casas de juego, lejos de desaparecer, proliferan…
- La realidad de la ludopatía es que cada día es mayor mientras las casas de juego se están abriendo por todos los lugares de este país, a lo que se suma la invasión del juego online con sus diferentes modalidades. El juego está acaparando la atención y los recursos de las personas que de alguna manera se ven entrampados en este mundo. La ley de juego está ahí desde los años 80, la del juego online se aprobó el año 2011. Y a pesar de que se están haciendo “maquillajes” de esa ley y todo queda muy bonito, la realidad es que a mí me llegan personas muy jóvenes y esto no surge de la noche a la mañana, es una adicción y es progresiva y se puede cronificar; y puede llegar a ser mortal.
- Quizás no llega a provocar la ruina el tema de los videojuegos, pero ¿es también un problema grave?
- Es otra gran pandemia, otra gran adicción y tiene una sintomatología muy clara. Hay algunos elementos que son muy afines en los dos casos.
- ¿Cuándo podemos preocuparnos de que nuestros hijos o algún familiar puede estar enfermo?
- Lo que se ve es la cantidad de tiempo que puede pasar una persona frente a un dispositivo, ya sea una videoconsola, un ordenador o un teléfono. Y que mientras tanto está dejando de hacer cosas como estudiar, estar con los amigos, hacer deporte… Estas personas creen que están socializando con otra gente, pero nada más lejos de la realidad. Con la generación de avatares que los propios jugadores crean tienden a proyectar sus carencias en un mundo que no existe.
Las alarmas deben saltar cuando la mentira que es algo inevitable, aparece la ocultación de la realidad y un cambio de carácter, un distanciamiento emocional, un meterse en su habitación. Si son jóvenes pueden disminuir las calificaciones, si son ya mayores una alarma puede ser el mutismo, porque lo que trata el enfermo es de escapar de las situaciones complicadas.
- ¿De qué carecen estas personas?
- De identidad, de autoestima. A veces son chicos que en el colegio reciben acoso, que se sienten acomplejados, que sienten pequeños, pero que cuando están frente a un juego pueden llegar a ser auténticos especialistas, porque ahí proyectan sus habilidades y sus capacidades. Pero claro, lo proyecta hacia un mundo que no existe porque están siendo “embaucados”.
- ¿Cuesta pedir ayuda?
- El problema es que no quieren despertar de esa irrealidad y si no hay alguien que les despierte, que les coja y les lleve a un tratamiento no son conscientes de lo que ocurre.
Si es el mismo enfermo el que busca solución al problema yendo al médico hay otro problema, porque no suelen decir lo que realmente les pasa, sino que dicen que tienen depresión, que están mal, que están nerviosos, pero nunca van a decir nada de lo que realmente ocurre y los sanitarios no van a entenderlo. También porque desconocen muchos de ellos esta patología en profundidad y elaboran un mal diagnóstico, no porque no sean buenos.
- ¿Tratamiento individual o colectivo?
- Llevo 32 años trabajando en adicciones y no me comprometería a una garantía de éxito en una consulta particular si hablamos especialmente del juego. Y sí que hay muchas probabilidades a través de un grupo. En el caso de los hijos, las que normalmente llaman a la puerta de nuestra asociación son las madres, pero el problema es que es difícil contactar con más familias con el mismo problema para abordarlo en grupo. Es necesario crear más asociaciones para que las familias tengan un sitio al que acudir.
- ¿Y es largo el proceso para conseguir salir?
- Hay que tener en cuenta que la dependencia que genera un jugador es tremenda el jugador. Está enfermo de juego y su familiar está enferma de jugador. Lo que quiero decir es que hay tal repercusión que es necesario abordar todo eso; y eso no se aborda en una hora con un psicólogo, es imposible.
- ¿Cuántas personas de Aranda acuden a las sesiones que realiza la asociación en Burgos?
- En estos momentos hay unas 13 entre familias y jugadores. Cuando el jugador viene con su familia es muy positivo, por lo que no sólo es el trabajo que se haga en el grupo, sino que en el camino entre Burgos y Aranda se continúa la terapia. Ayuda a que haya más acercamiento y a que desaparezcan los silencios de forma progresiva.
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