Foto: Nano dibujando con su hija Carla
P. Algún vecino ya te ha catalogado como el Botticelli del barrio de Santa Catalina. ¿Es para sentirse orgulloso no?
R. Orgulloso estoy desde luego, siento mucho cariño por parte de la gente y es agradable escuchar las felicitaciones constantes. La comparación con Botticelli no la había oído, es exagerada.
P. ¿Qué es lo más agradecido que te ha comentado la gente cuando estás pintando o acabas un trabajo como el de la calle Alameda?
R. “¿Quieres una cerveza majo?” (risas) en realidad si…. la gente se molesta en ofrecerme cualquier cosa, y hacen el esfuerzo de traérmelo. Eso es para estar muy agradecido, descubres a mucha buena gente.
P. Has señalado que el mural de los vecinos ha supuesto para ti un auténtico reto. ¿Has tenido que superar muchos obstáculos?
R. Constantemente, desde el primer momento, ya que tenía muchas dudas y muchas batallas que superar, como por ejemplo la perspectiva, que se viera perfectamente y tuviera sensación de profundidad, que consiguiera engañar al ojo agujereando el edificio,.. Otro problema era la gente real, que tuviesen parecido y sobre todo que el conjunto, que con tanto elemento se viera ordenado y no resultara un barullo.
P. Al final es un reconocimiento a las personas que curran y que trabajan para sacar adelante la ciudad desde un punto de vista más cotidiano y oculto. Son pequeños héroes que a través de tus colores consiguen un hueco para la posteridad
R. Así es, un reconocimiento a la gente normal del barrio, a la gente sencilla. Es interesante ponerlas en un lugar de honor porque se consigue humanizar la obra, y generar empatía con el público. No son ídolos, son gente llana con las que convivimos- No están todos, pero representan a una gran parte de la población.
P. También es un homenaje a la dura lucha entablada contra el virus en el confinamiento. Cuándo pasen los años el mural nos recordará una época que marcó nuestras vidas. ¿Está influyendo también en tu forma artística de plasmar las vivencias y las experiencias?
R. El confinamiento hizo que realizase ligeros cambios en el diseño, pero que tienen mucho peso, ya que lo vivido nos hace verlo desde otra perspectiva. De ahí que mucha gente lo titule como el mural del confinamiento, cuando no era mi intención.
Ahora mismo estamos en unos momentos de incertidumbre, no se pueden hacer muchos planes futuros porque hemos visto como de un día a otro nos cambia la situación. Esto mentalmente influye hasta en mi manera de trabajar, sin miedo, pero con cierta incertidumbre.
P. Por cierto, hay que agradecer a los comerciantes del barrio su implicación y su manera de transformar el paisaje urbanístico. Tu eres la mano ejecutora de un proyecto precioso y muy bien enfocado
R. La Asociación de Comerciantes de Santa Catalina ha hecho historia en Aranda, detrás de cada mural hay un esfuerzo enorme por parte de ellos. Tienen que perder tiempo de su negocio para muchísimas gestiones, conseguir financiación, realizar el papeleo burocrático, reunirse con comunidades de vecinos para permisos…. y todo de manera altruista. Piensan por el conjunto del barrio, el bien común de la zona.
P. ¿Tienes más trabajos ya encomendados para seguir engalanando edificios y paredes en algún otro punto de Santa Catalina?
R. No, de momento no, quien sabe, siempre que termino un mural pienso que es el último y ya llevo seis. Creo que ya hay suficientes trabajos míos, necesarios en un principio para generar una ruta de murales, y ahora lo interesante es que haya variedad y vengan otros artistas. Por mi parte siempre estaré encantado de pintar con ellos si me necesitan.
P. A través de tu forma de expresión, se está empezando a dignificar muchísimo el arte urbano. Ahora se han unido al carro otros muchos artistas jóvenes. ¿Tienes la sensación de ser el artista que ha abierto esa puerta en Aranda?
R. No he inventado nada, quizás lo haya visibilizado de una manera que lo conocían tanto en la zona, por ponerte un ejemplo, el primer mural que se hizo se pidió permiso a otra comunidad de vecinos que lo denegó por no querer grafitis en su fachada (dicho de forma despectiva) y ahora mismo llueven ofertas de comunidades que quieren que se pinte su edificio.
Y en cuanto a artistas locales, en Aranda está Morato, que viene realizando trabajos con aerógrafo con una calidad enorme desde hace muchos años, y con el que tengo el gusto de compartir experiencias y ratos en terrazas de bar.
P. Este verano ya has recibido varios encargos de pueblos de alrededor. ¿Puede ser una forma de embellecer y rescatar a las pequeñas poblaciones para luchar contra la España Vaciada?
R. Así es, de la misma manera que en los barrios los murales transforman espacios desangelados, en los pueblos los da visibilidad y contribuye a enriquecer su atractivo. Los murales se convierten en fotos muy compartidas y llega a mucha gente vía redes. En muchas ocasiones son un gancho para que lo visiten y conozcan el pueblo.
P. ¿Has dejado aparcados los Aranwiners o estás trabajando ya en algún personaje importante de nuestro municipio?
R. A día de hoy, me sigue preguntando mucha gente por ello, de momento estoy centrado en otras cosas, pero la puerta está abierta a recuperarlos. Hay Aranwiners nuevos que conviven con nosotros y eso no se puede dejar pasar
P. Si pudieses elegir un recinto o un lugar en Aranda que te gustaría pintar para darle otro aire. ¿Cuál escogerías y por qué?
R. Quizás sea deformación profesional, pero voy por Aranda y no veo más que paredes enormes que se podrían mejorar con un mural. Desde la pared entre Acapulco y Campo de Rugby Virgen de las Viñas, hasta el nuevo espacio creado en el Frontón, sin contar la cantidad de medianeras que hay repartidas por la ciudad, muchas de ellas con gran visibilidad y poca gracia.
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