Saul Vallejos Calzada es investigador y profesor de la Universidad de Burgos. Dirige el grupo de Polímeros de la UBU y sus últimos trabajos tienen que ver mucho con los nitratos, grandes enemigos para la salud que se encuentran en el agua que consumimos, cada vez con más abundancia. Él lidera un proyecto en el que se hizo un estudio con muestras recogidas de forma voluntaria sobre la cantidad de nitratos en la provincia de Burgos. El resultado: seis municipios de la Ribera del Duero sobrepasan los 50 miligramos por litro en nitratos, la concentración máxima que permite la ley.
Con él hablamos hoy de origen, riesgos y soluciones.
- ¿Cómo llegan los nitratos al agua que consumimos?
- Hay dos clases de nitratos, los de origen orgánico cuyo origen son las granjas de animales. Los inorgánicos están en los fertilizantes que se añaden directamente al campo. Los nitratos alcanzan las captaciones de las aguas subterráneas, que después llegan al grifo de nuestras viviendas. Un contaminante que tantos problemas nos está causando la provincia.
- ¿Cuáles son los peligros de los nitratos?
- Aquí me gusta poner un ejemplo, hay una norma de supervivencia que es muy conocida entre montañeros que es la regla del 3: un ser humano puede sobrevivir tres minutos sin aire, tres días sin agua y tres semanas sin comida. Lo que quiere decir que después del aire, lo que necesita el hombre es el agua, pero agua limpia que nos ayude a vivir, no que nos haga daño.
Para empezar la cantidad excesiva de nitratos genera una pérdida en la biodiversidad. Si hay nutrientes en exceso se produce la eutrofización que es un crecimiento desproporcionado de maleza y, por tanto, un empobrecimiento de la diversidad.
Después, si pasamos al ser humano tenemos que hablar de los problemas de salud. Antes se hablaba mucho más del síndrome del bebé azul. La enfermedad es la metalhemoglobinemia y principalmente se produce por la ingestión de nitratos. Ese problema lo teníamos más en los años 60 y 70. Pero ahora tenemos que preocuparnos por los estudios que indican que existe una relación entre consumir agua con nitratos y el cáncer de próstata y cáncer colorrectal. Ya ha habido muchos estudios de científicos sobre ello.
- ¿Está bien que la Ley establezca un máximo de 50 miligramos por litro en nitratos?
- Hay estudios que se han hecho en el norte de Europa con la población expuesta a niveles de nitratos que demuestran que con cantidades de 10 miligramos por litro ya hay una relación directa con cáncer colorrectal y cáncer de próstata. En el momento en el que se establece una relación, pues ya nos tiene que hacer pensar que deberíamos de estar haciendo algo en bajar esos límites.
- ¿Y se está haciendo algo al respecto?
- Creo que a los científicos no nos están haciendo el caso suficiente. Lo que se hace lo está moviendo la comunidad científica con proyectos como el que hemos hecho en la UBU. Nosotros al final somos un grupo de investigación muy pequeñito y hemos hecho un estudio a nivel de la provincia, pero hay estudios a nivel nacional, como el que llevaron a cabo Ecologistas en Acción, que ya advertía que se habían encontrado cerca de 200 municipios a lo largo de todo el país que sobrepasaban y por mucho esos límites de los 50 miligramos por litro. Ha habido denuncias por parte de los tribunales europeos a España por no gestionar este problema de la contaminación por nitratos. Yo personalmente no entiendo muy bien por qué no se está actuando de forma más contundente con este tema.
- ¿Cómo valoráis los resultados de las muestras que recibisteis?
- En nuestra provincia quisimos hacer un estudio sobre el agua que bebemos y pedimos muestras. Nos enviaron casi 600. Hemos conseguido con ello hacer un mapeo y el resultado fue sorprendente. Sabíamos que había zonas afectadas por los nitratos, y que ellos lo sabían, pero hay personas que se han llevado una sorpresa desagradable al ver que estaban consumiendo nitratos por encima de los niveles permitidos. No sabían absolutamente nada y nosotros no entendemos que cómo hay tantos pueblos y tanta gente bebiendo agua con esos niveles.
- ¿Se están dando pasos para solucionarlo?
- En algunos pueblos sí que se están poniendo las pilas después de conocer los niveles que tenían, se han activado también subvenciones para que los pueblos puedan poner algún tipo de depuración de agua sobre todo enfocada a los nitratos. Luego nos hemos encontrado con gente que no le da importancia y dice que lleva toda la vida bebiendo esa agua. Creo que el papel de los científicos es avisar a la gente, al igual que se avisa de que el tabaco puede ser un factor de riesgo para padecer cáncer de pulmón. Luego que cada uno haga lo que quiera.
Luego, desde el punto legal hay que recordar que los ayuntamientos tienen por ley la obligación de ofrecer agua potable a sus ciudadanos en municipios grandes de más de 5.000 habitantes.
Equipo Polymers de la Universidad de Burgos./ UBU
- ¿Más granjas de cerdos significan peor calidad de agua?
- Hay impacto y desde luego ayudar no ayuda, pero es menor al que tienen los que vienen del campo con los fertilizantes por una razón de cantidades, básicamente. Estamos echando entre los 500 y los 800 kilos por hectárea. En el caso de los purines en las granjas la zona está más acotada, el problema es que la balsa esté justo encima de una captación de un pueblo.
- ¿Qué soluciones puede haber para rebajar el nitrato en el campo?
- Primero hay que diferenciar entre dos tipos por así decir de soluciones, las soluciones preventivas y las curativas. Si hablamos de las soluciones preventivas la solución pasa por la educación, tenemos que empezar a hacer divulgación y enseñar a nuestros agricultores que hay otras formas de hacer las cosas. Por ejemplo, en lugar de añadir nitratos utilizar otro tipo de productos nitrogenados.
Entre las curativas, cuando hay un alto índice de nitratos en el agua, hay tecnologías en el mercado de eliminación de nitratos.
- Háblanos de ellas…
- Las de transformación son a gran nivel, y a nivel doméstico tenemos las tecnologías de separación. Una es la electrodiálisis y no se suele utilizar porque su rendimiento es bajo. Otra utiliza los equipos de osmosis que podemos encontrar en almacenes de bricolaje, cuestan unos 150 euros y son de fácil instalación, pero al final son poco respetuosos con el medio ambiente, porque al limpiar el agua para que nosotros la podamos beber acumulan los nitratos que van al desagüe y, por tanto, a los ríos.
La tercera son desnitrificadores que se basan en resinas anímicas y son útiles para los pueblos pequeños. Tienen un precio en torno a los 2.000 euros y los ayuntamientos lo que hacen es instalarlo en un lugar céntrico para sacar un grifo a la calle y que así la gente pueda coger el agua. Son más respetuosos con el medio ambiente si la instalación es correcta y los residuos se pueden gestionar por una empresa de tratamiento. Claro, está el problema de que hay que llevar el agua en garrafas y eso es un trabajo añadido.
-Pero gracias a vuestras investigaciones puede que se sume una solución más, ¿no es así?
- Nosotros estamos desarrollando un híbrido, por así decirlo, entre estas dos últimas tecnologías. Utilizamos como material una especie de tarjeta de crédito que se introduce en un recipiente donde esté el agua y recoge los nitratos. Para que sea reutilizable sólo la tendremos que sumergir en un baño con sal. El proyecto está de momento en fase de desarrollo, pero ya estamos viendo que tiene muy buen rendimiento, es respetuoso con el medio ambiente y en cuanto al precio va a ser muy, muy barato. No necesita instalación, no hay que transportar garrafas y al mismo tiempo se involucra al ciudadano para concienciarse del valor real que tiene el agua limpia en nuestros en nuestros hogares, algo que yo especialmente considero muy importante.
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