Cristina Valdiosera, investigadora Ramón y Cajal del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos, ha liderado, junto al investigador Torsten Gunther de la Universidad de Uppsala, un artículo publicado en la revista Communications Biology titulado "Análisis genético de uno de los primeros enterramientos islámicos en Oriente Próximo (Tell Qarassa, Siria)” sobre el ADN antiguo, un estudio multidisciplinar que aporta nuevos conocimientos sobre el primer periodo islámico en la actual Siria.
Según relata la investigadora, La oportunidad de estudiar este periodo fue una sorpresa incluso para los propios investigadores, ya que en un principio pensaban centrarse en un periodo mucho más antiguo, pero luego el estudio dio algunos giros inesperados. Oriente Próximo es bien conocido como una región con una historia rica y fascinante que abarca una amplia gama de etnias, culturas y prácticas religiosas. Si bien una gran parte de esta historia diversa y dinámica se conoce a través de los registros históricos, la impresionante cultura material y los yacimientos arqueológicos de la región, los datos bioarqueológicos eran, hasta hace poco, más difíciles de recuperar debido a la mala conservación de los materiales orgánicos en entornos áridos que dificultan su conservación. Sin embargo, las nuevas tecnologías, con mayor capacidad de analizar el material orgánico degradado, han cambiado esta situación y los datos y relatos desde la prehistoria hasta la historia están emergiendo, enriqueciendo nuestro conocimiento sobre esta región en la encrucijada entre tres continentes. En este trabajo, el equipo multinacional e interdisciplinar presenta nuevos datos y evidencias bioarqueológicas sobre las poblaciones musulmanas del primer periodo islámico en la actual Siria.
"Durante 2009 y 2010, nuestras excavaciones en el yacimiento de Tell Qarassa, en la actual Siria, descubrieron una serie de enterramientos. Por el contexto del yacimiento, suponíamos que todos eran neolíticos", explica Juan José Ibáñez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que dirigió las excavaciones. Estas excavaciones formaban parte de una misión arqueológica hispano-francesa que integraba a estudiantes sirios contribuyendo a su formación en arqueología. Las investigaciones se llevaron a cabo con el permiso de la Dirección General de Antigüedades y Museos (DGAM) de la República Árabe de Siria y bajo su constante coordinación. Desgraciadamente, poco después de estas excavaciones, en marzo de 2011, comenzó la guerra civil siria que continúa a día de hoy.
"Con el objetivo de estudiar los primeros grupos agrícolas de la región, sometimos los restos de 14 enterramientos humanos a un análisis de ADN antiguo", explica la arqueogenetista Cristina Valdiosera, de la Universidad de Burgos (España), que coordinó el estudio. Y continúa: "Sólo dos individuos de los niveles superiores del yacimiento dieron resultados positivos y éstos procedían de enterramientos que suponíamos que pertenecían a un periodo prehistórico mucho más antiguo, el Neolítico. Tras la datación por radiocarbono quedó claro que teníamos algo inesperado y especial". Los enterramientos databan de la época omeya, a finales del siglo VII y principios del VIII (el segundo califato). A la luz de estas fechas sorprendentemente recientes, una reevaluación del contexto y las características de los enterramientos mostró que serían coherentes con las primeras prácticas funerarias musulmanas. Era imposible precisar su contexto sin las fechas de radiocarbono, ya que no se conocían asentamientos o enterramientos musulmanes en la zona y el propio yacimiento sólo se conocía como un lugar prehistórico. De hecho, el asentamiento más cercano en la actualidad es de una comunidad drusa no asociada al islam.
"Los resultados genómicos también fueron sorprendentes, ya que los dos individuos parecían genéticamente diferentes a la mayoría de los levantinos antiguos o modernos. Los grupos actuales más parecidos -aunque no idénticos- son los beduinos y los saudíes, lo que apunta a una posible conexión con la Península Arábiga", describe Megha Srigyan, bióloga evolutiva que realizó el análisis de los datos durante sus estudios de máster en la Universidad de Uppsala (Suecia). El genetista de poblaciones Torsten Günther, de la Universidad de Uppsala, que co-coordinó el estudio, añade: "La mayor parte de nuestras pruebas son indirectas, pero los distintos tipos de datos apuntan a que este hombre y esta mujer pertenecían a grupos transitorios alejados de su hogar, lo que sugiere que eran parte de los primeros musulmanes que emigraron a territorio sirio".
Conocer la causa de la muerte
El equipo también buscó en las secuencias de ADN obtenidas, restos de patógenos conocidos en un intento de investigar la causa de la muerte. Megha Srigyan afirma: "Sabemos de brotes de peste documentados históricamente en esta época. Desgraciadamente, no encontramos rastros convincentes de ningún patógeno. Habría sido un paso interesante para entender por qué fueron enterrados de esta manera y en este lugar".
Cristina Valdiosera reflexiona sobre el estudio: "Es extraordinario que con el estudio de sólo dos individuos hayamos podido descubrir una pequeña pero notable pieza del colosal rompecabezas que constituye la historia de Oriente Próximo". El análisis genético de un hombre y una mujer aportó pruebas de la llegada de nuevas prácticas culturales/religiosas al Próximo Oriente.
Torsten Günther concluye: "En este caso concreto, no había forma de llegar a una conclusión sin combinar los datos arqueológicos, históricos y bioarqueológicos (es decir, el ADN, los isótopos y el análisis de 14C), ya que cada uno de ellos aportaba pistas esenciales, lo que pone de manifiesto la importancia de un enfoque multidisciplinar".
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