Desolador. Así era el aspecto de la gran estrella del momento que se acababa de quitar la vida. Fue una escena que pudieron contemplar los dos responsables de la funeraria que transportó los restos mortales de Marilyn Monroe hasta un cementerio de Los Angeles, el recuento morboso de una tragedia que ambos han relatado en un libro. Es un recorrido curioso por la muerte a bordo del primer coche fúnebre que dos jóvenes, Allan Abbot y Ron Hast, se compraron por 40 dólares como diversión para ir de acampada y que acabó convertido en el transporte de las estrellas. Además de la atormentada Monroe, se encargaron del funeral de Ernie Kovacs, Clark Gable y Natalie Wood, entre otros grandes nombres del Hollywood dorado.
Pero nadie como Monroe, una mujer a la pudieron contemplar en una morgue después de haber pasado por las meticulosas manos de un médico forense. Abbot entró en la habitación donde ya trabajaba el embalsamador conocido como Frenchie. "Cuando corrieron la sábana que la cubría, era imposible creer que se tratara del cuerpo de Marilyn Monroe", recuerda el empresario en las páginas de su libro. "Parecía una mujer corriente, envejecida que no se había cuidado demasiado. Obviamente, las circunstancias alrededor de su muerte habían exacerbado su pobre aspecto y estaba irreconocible".
Recuerda que tenía coágulos de sangre morados en el rostro y que su cuello estaba muy inflamado, además de que empezaba a asomar su verdadero color de pelo, el castaño, y que no se había depilado las piernas en más de una semana. Después se produjo el proceso de trabajar en la imagen de la actriz para que estuviera presentable para el funeral, vistiéndola y maquillándola. Recuerda que los encargados de semejante menester tuvieron problemas en conseguir bragas en su armario puesto que no solía llevar y que usaron una peluca rubia que encajara con la imagen que tenía el público de ella.
Presente para la vigilia estaba uno de los grandes enamorados -y ex maridos- de la actriz, la estrella de béisbol Joe DiMaggio, que estuvo presente durante la vigilia y que permaneció junto al ataúd durante todo el cortejo fúnebre. Monroe yace en la actualidad en el Westwood Cemetery, una de las tumbas más visitadas de Los Angeles.
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