
En la época más tensa que vive el pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Aranda, irrumpe la presentación del borrador del presupuesto municipal de 2026. Hay que partir de algo evidente, no estamos habituados en esta ciudad a plazos tan ‘tempranos’. Probablemente, debiera ser lo normal, pero aquí no lo es, y no hay nada más que hacer historia para refrendarlo. Es necesario echar más de veinte años la vista atrás para ver algo similar. Desde luego, ha sido un buen golpe de efecto por parte del responsable municipal de Hacienda y de los servicios económicos, que han hecho sus deberes. Esto ya sería el cuento perfecto, si el gobierno sumara once votos, los mismos que marca la mayoría absoluta y, ahí, es donde, de nuevo, radicará el problema.
En la presentación del presupuesto, entre resumen y titulares, aparece una hoja de ruta que marca los plazos para aprobar las cuentas para el año que viene. 15 días hábiles para que presenten las enmiendas los grupos de la oposición, otras dos semanas de negociación, para empezar diciembre con la comisión en la que se dictaminen, el día 5 del último mes del año elevarlo a pleno y que un mes después, tras publicación y alegaciones, entren en vigor. El papel lo aguanta todo, pero luego viene el chute de realidad, solo hay más que mirar alrededor para saber que ahí faltan algunas piezas, más bien dos manos alzadas apoyando la propuesta. La oposición, ayer por la mañana, afirmaba haberse enterado de los detalles del presupuesto a través de los medios de comunicación. Por cierto, hablando de comunicación, está muy feo convocar a todos los medios para desvelarles la noticia a la vez, y después dar la primicia a uno. A ver si encima, después de todo, vamos a ir a peor.
Y como digo, esa bocanada de aire fresco llega al cuatripartito en el momento más complicado, que ha puesto en modo pausa al oasis que parecen haber estado viviendo (por lo menos aparentemente) en estos casi dos años y medio de mandato. La situación de limbo en la que ha quedado el contrato de parques y jardines y la toma de conciencia de casi todos de que no va a haber empresa de parques y jardines dentro de once meses, ha alejado posturas con Izquierda Unida. Así se reflejó en una complicada reunión vivida la semana pasada, donde hubo reproches mutuos y calma tensa. Lo más surrealista es que esa realidad se intentó disfrazar el viernes con una nota de prensa, en la que se culpaba de la situación a los grupos de la oposición y se intentaba transmitir (sin ningún éxito) que la crisis de la que se hablaba en esta crónica, la pasada semana, no existe. Me reafirmo, la crisis existe y es latente y evidente. Quizás, la primera de las muestras es la ausencia del concejal de Medio Ambiente de la presentación del presupuesto, aunque seguro que será ‘casualidad’. Solo hay que dar tiempo al tiempo para que los acontecimientos demuestren las situaciones. Además, ayudado del manual más antiguo de política que dice que cuando se va acercando la cita de las urnas hay que ir distanciado posturas, hasta romperlas, para llegar ‘limpios’ a la precampaña. Quién, cuándo y cómo sucederá, lo veremos (o no). Las quinielas están abiertas.
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