El ruido y el lodo han llegado ya a inundar la vida municipal. El nivel de barro es tan alto que el ambiente se está convirtiendo en insoportable. Pensar en dos años largos (que quedan hasta mayo de 2027) a este ritmo, se torna agotador para el ciudadano y pésimo para el futuro de la localidad. Sobre la mesa, hay varias posibilidades de solución. Una de ellas consiste en promover una moción de censura para un cambio de gobierno entre el Partido Popular, Partido Socialista y Vox. Llevamos presenciando tantos meses ese nivel de entendimiento, acuerdo, defensa y casi connivencia, que es inentendible como, si lo ven todo tan mal y tan negro, no centran sus esfuerzos en salvarnos del ‘infierno’ que describen, a través de un cambio de gobierno que saque adelante todos esos asuntos en los que tanto coinciden. La verdad es que ese sorprendente entendimiento político, se centra más en los dos partidos mayoritarios, tan distantes y antagónicos a nivel nacional, pero tan cómplices y bien avenidos en la capital de la Ribera del Duero.
Con este panorama, a mi entender, es mucho más valiente dar el paso de promover una moción de censura, que intentar gobernar desde la oposición haciendo la ‘pinza’. Más aún, si están tan seguros en aquello que critican, y en su opinión de que el ‘barco’ va a la deriva porque, según repiten, están pasando cosas gravísimas. ¿Qué problema tienen para hacerlo y ‘socorrernos’ a todos? ¿Será que es más fácil y rentable deshacer que hacer, o que sus partidos son ‘enemigos’ a nivel nacional? Esos son argumentos de peso para la pervivencia en el seno de unas siglas políticas, pero dejan de tener efecto cuando se les llena la boca al pregonar que su única prioridad es el futuro de Aranda. Adelante, en su mano está. Con una mayoría absoluta (suman once) que tanto han hecho valer desde la oposición, no van a tener problema para sacar adelante los proyectos importantes como presupuestos, relación de puestos de trabajo, impuestos, liberaciones… Todos esos en los que, ahora, están tan de acuerdo. Desde luego, por ver la cara de Sánchez, Núñez Feijoo y Abascal, apoyo la tesis.
Esa solución utópica, que no va a convertirse en realidad, seguro que nos hacía protagonizar unas cuantas páginas nacionales. Otra posibilidad, quizás la única que puede ser viable, es que el gobierno municipal abra una negociación de forma pragmática y por el interés general. Para ello, unos tienen que asumir que están en minoría, y otros que no se puede optar por el no eterno, el del bloqueo. La imposición, por parte de unos u otros, está llevando a un bucle infinito y a unas relaciones tan dañadas que dejan pocos visos para la esperanza. Por cierto, que en el plano del gobierno no es nada comprensible que se lanzara un comunicado arremetiendo contra la oposición sin filtro ni altura, después de dar una rueda de prensa donde mandaron su claro mensaje sobre los presupuestos. La explicación es que esa nota no está hecha para los medios de comunicación, sino para las redes sociales, volviendo a aquello de la política de Instagram y de intentar agitar el avispero. La nota es ‘chunga’ (la calificación que más se le acerca) y se expresa en unos términos que no son acordes a una coalición que está al frente de un Ayuntamiento. Deberían reflexionar, recordando que representan a una institución.
Y antes de terminar, no quiero olvidarme de algo que me chirría. El otro día en una rueda de prensa tuvimos que ‘soportar’ una parlamentación en la que se hacía una férrea defensa a la Diputación Provincial, la política que se hace allí, y el gran entendimiento que existe en los partidos ‘tradicionales’. Una institución que tiene diez políticos liberados a doblón (con unos cuantos asesores), y los pueblos casi olvidados. Una institución que quiere dar una propinilla de sueldo a sus alcaldes, quitando dinero de los ya escasos planes provinciales. Una institución que gasta dinero en proyectos de autobombo, mientras su ámbito rural va agonizando. Una institución que paga muy bien a sus diputados, pero en la que se tira poco de la democracia a la hora de hacerse con un ansiado puesto. Que se lo pregunten a los alcaldes de Fuentespina y la Cueva de Roa en el PSOE o al primer edil de Gumiel de Izán en el PP. Así es la política.