Que emplear 3,6 millones de euros para arreglar una maltrecha piscina cubierta es una autentica exageración, es algo más que obvio, menos para aquellos que nos gobiernan. Despilfarro que seguirá manteniéndose incluso si llegan esos 1,8 millones de los fondos europeos (cosa que se prevé complicada) para ayudar en la inversión, ya que ese dinero se podría haber destinado a mejor fin, sin duda alguna. La evidencia se hace más evidente cuando se lee que en la localidad Villadiego, al norte de Burgos, van a construir una piscina cubierta nueva por 1,7 millones de euros. Un precio que ha ascendido, porque al principio eran 1,4, al incluirse las mejoras posibles. Se tardará ocho meses en construir una instalación moderna, eficiente energéticamente, con fuentes de energía renovables y un sistema de ahorro de agua y energía.
En este Ayuntamiento nos dirán que Villadiego es un pueblo pequeño, de 1.500 habitantes y tienen una piscina acorde a esas dimensiones. Y puede que sea así, seguro. Los que no tenemos piscinas públicas a la altura de la población y las necesidades somos nosotros. No está de más recordar que la piscina municipal que van a reformar, (parece que alicatándola con oro puro al juzgar por el precio), también es pequeña. Y es que el vaso de Villadiego tiene unas dimensiones de 12,50 metros por 25 metros. Qué casualidad, las mismas exactamente que tiene nuestra piscina municipal cubierta.
Visto lo visto, nos tenemos que preguntar si es mejor arreglarla o tirarla y hacer una nueva. Si solo pensamos en la matemática, ésta nos dice que son 3,6 millones frente a 1,7. Un ahorro de casi dos. El argumento será que no se va a tirar para hacerla de nuevo pequeña y en una parcela sin espacio. La incongruencia es que arreglándola seguirá siendo igual de pequeña. Me pregunto si actuarían igual en su vida particular. La verdad es que no veo a nadie pagando el doble para arreglar algo viejo, pudiendo hacerlo nuevo por la mitad. Está claro que algo falla en el presupuesto de obra que han asumido. Problablemento lo idóneo sería tirar por el camino del medio y asumir un arreglo mucho más modesto y razonable. Suena a que como es dinero de todos, no hace falta racionalización en el gasto.
Y hablando de gastos, en el pasado pleno se puso sobre la mesa una multa interpuesta por el Servicio Territorial de Industria de la Junta al Ayuntamiento, por hasta cuatro faltas graves de mantenimiento en el polideportivo Príncipe de Asturias. Un total de 7.200 euros. En concreto, los inspectores apuntan a que no se ha registrado debidamente la ampliación de la instalación térmica y no se han llevado a cabo las inspecciones periódicas de las instalaciones contra incendios térmica y eléctrica.
Lejos de hacer acto de contrición o propósito de enmienda, los munícipes (que nunca hacen nada mal) se congratularon de que la multa no era excesiva, se había reducido al asumir la culpa, y que se pagaba (incluso con felicidad). Así que palmas de alegría. Y a por la siguiente. No sé para ellos, pero para el bolsillo de una (y supongo que para el de cualquiera) esa cantidad son palabras mayores.
Por cierto, que el polideportivo, más allá de la multa, es otra de las instalaciones que la falta de mantenimiento y modernización va camino de dejarla tocada de muerte. Sin accesibilidad, alberga partidos en los que los jugadores en silla de ruedas no pueden ni ducharse. A eso se unen problemas de evacuación y asuntos varios. Capítulos no faltarán.
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