Desde hace años, los amantes de la cultura veníamos alertando de que la falta de un auditorio municipal en condiciones iba a terminar por pasar factura a la ciudad. Ese momento ha llegado y, desde luego, supone un nuevo golpe. No habrá programación escénica como la que hemos conocido en los últimos años en el primer semestre del año. Esas obras teatrales de calidad, que tanto éxito de público han tenido siempre, tanto en la respuesta de asistencia masiva como el comportamiento y la sensibilidad hacía las representaciones.
Seamos sinceros, a estas alturas, tenían que estar los folletos editados, el calendario de venta de entradas para que los primeros días del mes de febrero diera comienzo la programación escénica del primer semestre del año. Pero estamos a día 25 y nada de nada. El silencio como bandera, el desvío de la culpa a otro y la falta de autocrítica, una vez más protagonizan la gestión.
La respuesta oficial es que la Fundación Caja de Burgos decidió no acceder a la propuesta de convenio para la utilización del auditorio que planteaba el Ayuntamiento por un periodo de dos años más uno, argumentando que la organización estaba enmarcada en la elaboración de un plan estratégico para definir la vida de ese centro cultural en los próximos años. Evidentemente, en el trasfondo hay más cosas, tiranteces por una negociación de compra venta en la que había pocas posibilidades de triunfo, y la fortaleza que adquiere aquel que se siente con el poder, al tener en propiedad el único lugar de la ciudad donde se pueden desarrollar actividades de cierta envergadura (la casa de Cultura no cumple los requisitos). Están en la posición de exigir al alza porque el Ayuntamiento no tiene alternativa, ya que en todos esos años no ha habido voluntad política de hacer un nuevo auditorio, palacio de congresos o usos múltiples para dar a la ciudadanía. Un auditorio a la altura de la calidad y cantidad de público que reclama cultura, arte y música. O incluso el Cine Aranda.
No me vale ese argumento de que no hay dinero, lo que no hay es voluntad, ni sensibilidad por la cultura. Se ha construido un edificio en la Banca Pecho que no parece de lo más imprescindible, se ha tirado dinero en una obra de un albergue que ni tan siquiera ha abierto las puertas, se van haciendo inversiones importantes en otros espacios… Tampoco sirve el argumento de que esto es un problema histórico y del pasado, el actual gobierno municipal lleva, en su mayoría, once años gestionando. Por lo tanto, les recuerdo, que ellos son el pasado.
Pues bien, de momento lo que ha pedido el Consistorio a la Red de Teatros de Castilla y León es que haciendo una excepcionalidad conceda dos espectáculos para realizar al aire libre, ya cuando llegue el buen tiempo, allá por los meses de mayo y junio. Como premio de consolación, se podría (que tampoco está claro) hacer alguna puesta en escena de tercera en el auditorio de Cultura.
Es una pena que con la sensibilidad que hay hacia el mundo del teatro en Aranda, con el nivel al que se había llegado tras años de programación escénica y con la importancia de crear cantera y acercar al público infantil hacia ese tipo de espectáculos, eso se frene ahora. Solo se ha perdido, porque, me reitero, los políticos no tienen ninguna sensibilidad hacia ese aspecto y nos han avocado a que la ciudad parece que se vaya muriendo poco a poco.
El responsable de esta área es curioso que, con casi toda probabilidad, después del día 13 de febrero, emprenda el camino hacia las cortes. Coja la Nacional-122 y nos deje a los ciudadanos con las consecuencias de esa gestión.
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