Todavía vivimos sin haber logrado superar el ‘shock’ de conocer que estamos gobernados por la mejor alcaldesa de España. Sin que nadie nos haya sabido dar ni un dato de qué méritos concretos ha tenido Raquel González para ser merecedora de tal galardón, de si había (o no) más nominados al premio, o qué es exactamente la revista que otorga dichos galardones. Desde luego, cuando aspiró al premio, no valoró nuestra ilustre regidora, que esas cosas tienen efectos colaterales. Algo así como un Boomerang que se vuelve en contra. Mofas, y dudas sobre cuánto nos ha costado, es el mayor rédito que se ha llevado de este reconocimiento. Premio que, supongo, forma parte de su comienzo de campaña para seguir cuatro años más.
En campaña estamos porque ya hemos comenzado la época de visitas guiadas a periodistas para mostrar todo lo que se ha hecho. Como no se puede presumir de Avenida Castilla. Como no hay posibilidad de sacar pecho con Glorieta Rosales. Como, de momento, no hay cinta que cortar en la precaria Avenida de Portugal. Como la comisaría de Policía va bien, pero no estará para mayo. Nos hemos tenido que conformar con visitar la renovación de un parque infantil. La Junta había puesto fondos y, ambos, se tenían que hacer la foto. Para llegar a esa visita guiada de bombo, el parque ha tenido que permanecer cerrado muchos meses, para una obra que parece muy menor. El resultado digno, pero poco ambicioso. ¿Dónde será la siguiente? Ojo, que en campaña también la oposición, que tras un mandato casi en silencio, parece que es tiempo de despertar del letargo.
Ante tanto surrealismo, cuando parece que nada va a poder superar el esperpento, llega el Ayuntamiento, y nos sorprende. ¡Qué capacidad! Estamos nominados a dejar de pagar el agua como contribuyentes. Llega a través de un desatino a mayores. Durante más de un año, no se ha procedido a la lectura los contadores del agua. Por lo tanto, las facturas no se rigen bajo ningún parámetro objetivo (se hace a bulto). Como en una tómbola, te adjudican un pago orientativo basado en antiguas facturas. Como respuesta: un aluvión de peticiones de devolución. El porqué de este nuevo capítulo ‘Berlanguiano’, viene por una baja laboral de la persona encargada del servicio. Como es habitual en el Ayuntamiento, no se ha cubierto. En el funcionamiento básico de la administración arandina hasta el mínimo detalle parece convertirse en un mundo. Lejos de tomar decisiones políticas que solucionen, ya habrá tiempo de culpar a otros... Es el modus operandi.
Esto vuelve a enlazar con el tema de la política de personal, donde trabajadores denuncian una política “del miedo”. El tema del despido de la letrada urbanista, la tramitación de expedientes disciplinarios desmedidos a algunos trabajadores, o la felicidad de las jubilaciones cada vez más anticipadas. Asuntos que, de momento, están en una esfera interna, cargadas de vendettas, intereses, e incluso parentescos … Atentos a cuando explote
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