Si nos preguntan en particular a cada uno de nosotros, estoy segura de que, todos de forma individual opinamos que pagamos demasiado impuestos y en demasía a Hacienda. Eso es una verdad universal interiorizada en cada persona, además muy española. A ello, se añade, a mayores, la picaresca propia y ajena. De los ciudadanos, por una parte, pero también de los dirigentes por otra, además de administraciones varias.
Hace una década, en el año 2015, a petición del Catastro, el Ayuntamiento de Aranda tuvo que hacer una actualización de las cantidades que se cobraban del Impuesto de Bienes Inmuebles. Nos contaron entonces que ese IBI, o la Contribución en lenguaje ‘vintage’, era muy bajo por las características urbanas de la ciudad (para ellos, claro). A partir de ahí, se ideó una tabla a diez años de actualizaciones que tenían un truco, para hacer que nos confiáramos. Los dos primeros años, se bajaba la cantidad y se pagaba menos por ese impuesto que en ejercicios anteriores y, a partir de ahí, subía la curva hasta llegar a la cima en este 2025. Y en esas estamos, con una cantidad de ‘susto’ que llega a los hogares, que nos dulcificaron hace diez años, para que entonces pasara más desapercibida y brevemente aplaudida. Por lo tanto, la subida de este año digamos que todavía es heredada, pero la vista y las incertidumbres de los contribuyentes están también puestas en lo que pueda venir. ¿Habrá subida o no? Se hacen apuestas. Será en 2026 cuando el actual gobierno tendrá que dejar esa impronta contributiva. Ellos niegan que lo vayan a hacer, aunque habrá que esperar para ver lo que sucede porque cuadrar las cuentas a veces es tentador. Tirar de crédito, o de impuestos, he ahí la cuestión.
En cualquier caso, ese tema del pago de impuestos hace aún más daño cuando se considera que el dinero que se aporta con el sudor de cada ciudadano, se ‘pierde’ en sentencias, en pagar ‘Proincoves’, en asuntos insustanciales, o incluso se deja en convocatoria de gracia para el año siguiente por falta de ejecuciones. Seguramente, si a los arandinos nos garantizaran que se va a hacerla ronda interna en tiempo y forma, con rapidez y solvencia, para ya mismo, nos iba a costar menos soltar las cantidades económicas, pero como vemos que los proyectos se eternizan para convertirse en utopías, nos amparamos en esa especie de justificación de para qué vamos a pagar. Nos parece ciencia ficción.
Y saltando de tema en tema, la comisión de investigación por la dimisión de la exconcejala de Personal, María Ortuño, y las acusaciones que se detallaban en su escrito de renuncia, tuvo su primera reunión el pasado jueves. No creo que a nadie le sorprenda, a estas alturas, que una de las primeras cuestiones que se puso sobre la mesa es si esas comisiones eran de pago o gratuitas. Otro de los asuntos desvarió hacia si se podía imponer habla sólo un minuto por turno o no. La siguiente, para enmarcar, se centraba en si se grababan o no esas reuniones. Todo ello aderezado por la petición de informes jurídicos para cualquier decisión. Una primera ‘juerga’ que determina que, como todo apuntaba y tantas veces ha pasado, eso no va a servir para nada. Bueno, sí, para seguir practicando las filias y las fobias, y que cada bando fije la pretensión y objetivo público de sus pasos, en un ambiente cada vez más caldeado. Mejor, que no pierdan tiempo.