He estado dudando si hablar, en estas líneas, de horas extra, de aumentos de plantilla, de edificios fantasma o de guerras y zancadillas políticas. Finalmente, he optado por huir de badulaques y mezcla de asuntos, para centrarme en la maquinaria política, o más bien el despliegue de dispositivos electoralistas y partidistas. En varios ejemplos. Empecemos con la llegada del presidente de la Junta, este miércoles, para contar las bondades del nuevo hospital comarcal. Se dice que esta visita se estaba preparando para septiembre y que incluso se valoró la posibilidad de poner una carpa estilo bodorrio para 400 personas en un acto de tal magnitud que suena a clarines electoralistas. En realidad, de semejante importancia será depende de cómo se mire. El gobierno regional saca pecho por la gran inversión de más de cien millones de euros en el futuro centro sanitario, pero habría que recordar que llega quince años (mínimo) más tarde de lo prometido. Todavía quedarán tres para que se asemeje a una realidad. Ese acto presidencialista, según se comenta, va a estar amenizado por una especial performance de calle que, con sabor blanquiazul, dará la bienvenida al dirigente a golpe de gritos y denuncias por aquello que mezcla la política y el futbol (además, casi con los mismos colores). Y mientras todo esto se prepara, la expectación para ese día está más puesta en los gestos que en el fondo de la cuestión: el nuevo hospital. Y es que esta es la historia de que alguien ha anunciado que ha echado del PP de Aranda a alguien, pero todo apunta a que el expulsado (y sus asesores) no tenían la potestad suficiente, el fundamento o el respaldo para echar a ese alguien (número dos de la candidatura del PP a las elecciones locales, para que nadie pierda el relato). Como la chapuza (de momento) no se ha podido perpetrar, ahora da la sensación de que se lanzan balones fuera, mientras se habla de un expediente que no sabemos si existe o es una entelequia, o incluso una forma de lavar la imagen ante una especie de ridículo. Lo dicho, los gestos, las caras, el espectáculo en la calle en forma de protesta, la campaña política enmascarada… Nadie puede decir que la actualidad no va a aderezar este mes de noviembre. En lo que se refiere al acto en sí, una vez más, los proyectos como el nuevo hospital, un derecho justo y necesarios para esta zona, se pinta de un color político. Se vende de tal manera que da la impresión de que hay que agradecer su llegada a unas siglas concretas, cuando es una justicia que llega tarde y a través de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, también los ribereños.
Algo similar (salvando las diferencias) ha pasado con las visitas del Partido Socialista al Ministerio de Transportes para abordar asuntos como la mejora de las conexiones vía autobús entre Aranda y Madrid. Las formas con las que se ha hecho, vuelven a marcar la distancia y el juego enmascarado que hay a nivel municipal. El Ayuntamiento, como institución, ha pedido en el último año y medio, en varias ocasiones, una reunión con el ministro de Transportes o subalternos. La respuesta ha sido siempre el silencio. Sin embargo, esa cartera del gobierno nacional sí se reúne con los representantes arandinos que comparte los mismos colores (y partido político). Sinceramente, es un gesto que parece poco acertado y que denota cierta torpeza de claro partidismo, porque da a entender que el ejecutivo nacional sólo se reúne con los suyos, mientras que el Ayuntamiento es insignificante o invisible. La estrategia no da demasiada buena imagen al ejecutivo nacional, tampoco a los locales. No digo en el fondo, que puede ser loable, ya que busca conseguir algo positivo, pero sí las formas a espaldas de la institución a la que representan y con una especie de declaración de caridad de que a la próxima a lo mejor los llevan. Chirría un poco. Quizás, ahora, ya entendamos esas declaraciones de la noche electoral en las que se dijo en varias ocasiones que un partido localista no iba a tener fuerza en las instituciones gobernadas por los dos grandes partidos. Ahora, ambos, tirarán de la excusa del ‘Y tú más’. Y es verdad que al gobierno local se le puede tachar de falta de transparencia con los grupos de la oposición (es una realidad palpable en muchos momentos), pero el panorama que se pinta en general da muy poco espacio al acercamiento.