Estamos claramente en un efecto dominó. Las fichas caen, una tras otra, poniendo boca arriba despropósito tras despropósito. O por lo menos esa es la impresión, y la impresión general por lo que se percibe en la calle. Y no, no es negativismo, es penosamente un chute de realismo, de observar lo que nos rodea en un no dar crédito constante. La última, o la penúltima (ya una nunca sabe), es la Escuela Municipal de Cerámica.
El Ayuntamiento notificó la semana pasada a la dirección del centro que tiene que cerrar, tanto la escuela como el museo de cerámica, el día 28 de marzo (el próximo lunes). Acaba la última de las prórrogas, no procede ampliación y, hasta que no se solventa el nuevo contrato, la oferta artística tendrá que echar el cerrojo, de momento. El contrato tenía una vigencia de dos años, más dos prorrogables, así que desde hace cuatro el Ayuntamiento sabe perfectamente la fecha en la que concluye. Con esa clausura, más de un centenar de alumnos de cerámica, pintura, cómic y restauracion, se quedan con el curso a medias y cinco profesores sin ese trabajo.
En medio de todo este surrealismo, hay un toque todavía más rocambolesco. Nadie asume la responsabilidad del problema, y ni tan siquiera los afectados saben a quién tienen que acudir. Han tenido que mostrar su indignación de forma multitudinaria vía registro y esperando respuesta. Mientras, la alcaldesa en medio de una exótica excusión a México y el área de la que depende la escuela huérfana de gestor. El resto, en su mayoría, tirando del comodín "no sabe, no contesta". Los pocos que han hablado, esó sí fuera de micrófono, apuntan con el dedo al anterior responsable aludiendo a su “herencia llena de marrones”. Por puntualizar, la escuela de cerámica es potestad de la Concejalía de Juventud, ahora mismo pendiente de que entré en el próximo pleno una nueva responsable, la heredera.
Es llamativo que, hace apenas quince días, se inaugurara a golpe de puesta en escena política, ese hipotético futuro centro de arte joven, situado en el antiguo almacén del edificio de El Molino en el parque de La Isla, utilizando para autobombo el talento de los mismos alumnos que hoy se ningunea sin sonrojo. Ese espacio se llenó de contenido artístico con las espectaculares obras colectivas, realizadas en la última década por las personas que acuden al taller de cerámica, y que se exponen cada año a final de curso coincidiendo con la Noche de los Museos. Por cierto, con la escuela de cerámica también se cerrará el museo que es el único de titularidad municipal (aunque gestión privada) que ha estado abierto en los últimos años, siempre y cuando las restricciones sanitarias lo han permitido. El resto, como todos sabemos, permanecen cerrados, y todo apunta a que seguirán así durante el verano al ritmo que va el pliego (o no pliego) para adjudicarlos.
Y a todo esto, me pregunto si el Ayuntamiento ya habrá pedido formalmente la prórroga para mantener la Ciudad Europea del Vino para el año 2023. Tal y como van las cosas, a pesar de haber tenido tres años para organizarlo, no hay movimiento. Día 22 de marzo y subiendo. Mientras, los ciudadanos parece que se están dando cuenta de que la botella se está convirtiendo en Tetrabrick…
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