Tenía que haber elecciones todos los años. Esa es la frase que más se escucha por la calle. Y razón no les falta a los ciudadanos y colectivos. Han estado tres años y medio en el olvido. Ellos, sus problemas, sus calles y sus servicios del día a día. Ahora, hay ‘tortas’ por escuchar sus problemas. Ha llegado el momento crucial en el que todo se quiere arreglar en cuatro días. Para ser precisos, más que arreglar, hablamos de parchear, maquillar, disfrazar... Que parezca que todo está bien, por lo menos superficialmente, sin entrar en fondos y profundidades. Vale un símil con lo que sucede con los exámenes, estudiar la noche anterior no es suficiente, a no ser que te acompañe la suerte o las artes torticeras.
El gobierno municipal pretende levantar una nefasta gestión con campaña inenarrable de chapa y pintura; mientras que la oposición ha salido de su estado de hibernación, despertando de un letargo y un silencio que en parte les ha hecho cómplices de lo sufrido por la ciudadanía en este tiempo. Todos se quieren poner las pilas, y el gobierno tirar del aparato de la Institución para utilizarlo a su antojo. Con pólvora ajena la cosa es más fácil, gastando el dinero de todos durante estos próximos tres meses para sacar réditos particulares.
Por todo ello, nos encontramos cosas como que los Premios Envero, sin ningún tipo de pudor, se colocan a siete días de las elecciones municipales, el sábado 20 de mayo. No lo ponen el día anterior a la cita con las urnas, porque en jornada de reflexión está prohibido expresamente hacer campaña o pedir el voto. Desde luego, el descaro va adquiriendo tintes de cortijo (una vez más). En plena campaña electoral se planta una cata popular de un millar de personas, con un EnveroFest de música y vino en el recinto ferial. Lo más insultante es que lo venden como una decisión inocente (¡JA!). Qué manera de poner en entredicho un formato que funciona y que tiene proyección, solo por unos puros intereses personales (importantes, desde luego, porque en ello va el sueldo y el feudo). Se supone que la Junta Electoral puede tener la última palabra.
Esa misma prisa se sitúa en el ocio alternativo para adolescentes y el ansia de buscar a una empresa que abra unas horitas durante las tardes de los viernes y sábados el centro de arte joven. Ese mismo edificio que han tenido cerrado a cal y canto en los últimos doce años. Los movimientos de denuncia de los padres y madres de ese sector de la sociedad tan olvidado y obviado, la recogida de firmas y su irrupción en la actualidad informativa, han desatado la operación desesperada de maquillaje. Urge porque la urnas acechan y no importan ni la calidad ni las necesidades de los adolescentes, solo el titular y la foto. Se saca con el mismo programa obsoleto de siempre, el que lleva años sin funcionar, para decir que se ha hecho y luego reafirmarse en que los jóvenes no responden a la oferta.
A pesar todo ello, como los malos estudiantes, a la hora de la verdad no se llega a todo, y hay que elegir (o echar a suerte) los pocos temas que se estudian y el resto se descarta. Por lo tanto, a pesar de la campaña de parche, hay decenas (o centenas) de crudas realidades que saltan a la vista. Solo hace falta echar un vistazo a la actualidad y a la hemeroteca.
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