Vuelvo. Quería hacerlo con un poco de optimismo, pero el retorno da de bruces con la realidad. Cuando una piensa que no hay ejemplo de mala gestión municipal que le pueda llegar a sorprender, después de todo lo vivido y lo narrado, va este Ayuntamiento y se supera. Increíble, pero cierto. El tema del colegio Santa María, sus famosas obras, la falta de diligencia de la Junta y el Ayuntamiento y la forma de enfrentar el problema, han marcado el culebrón del final del verano y de arranque de nuevo curso (nunca mejor dicho). Ya no es solo la nefasta gestión que ha llevado a que las obras no se puedan hacer en verano, como marca la lógica y la eficiencia, es también la forma de mirar hacia otro lado cuando hay un problema, hasta que prácticamente explota en la cara o, en este caso, ante la opinión pública.
La subvención para hacer las obras para la mejora de la eficiencia energética data del año 2019 y, pandemia mediante, se aprueba por la Junta en marzo de 2021. En ese mes de marzo, el Ayuntamiento ya sabía que tenía que habilitar una partida para pagar el porcentaje municipal del coste de las obras. Hace más de cinco meses. En ese momento, el equipo de gobierno era plenamente consciente de que los presupuestos iban a tardar en entrar en vigor. Así fue, las cifras municipales no estuvieron efectivas hasta bien entrado el mes de julio, cuando se liberó el dinero. A partir de ahí, las obras se licitan a finales del mes de julio. Eso significa que hace más de un mes el equipo de gobierno ya era plenamente consciente de que las instalaciones del colegio Santa María iban a estar en obras durante el primer trimestre del curso escolar. O lo que es lo mismo, que la mayor parte de los alumnos no podrían empezar el curso en el centro.
Pues bien, en lugar de coger el toro por los cuernos, dando la cara y afrontando el problema; se ha apurado hasta el último minuto, hasta que el tema salta a la luz pública, para intentar buscar una solución. Se hace tarde y mal. Es así. Todo ello, ante unos atónitos progenitores de 380 alumnos que no han dado crédito al problema que les han montado. Y bastante pacientes y cautos se han mostrado. Los profesores tampoco sabían absolutamente nada, se enteraron por la prensa.
Por culpa de todo eso, los niños empezarán diez días más tarde las clases, hay que pintar algunas aulas y hacer labores de mejora y planificación. También las terminarán después que el resto, el 29 de junio. Esos niños, en el caso de que se queden al comedor, tendrán que trasladarse desde el ICEDE hasta el Santa María. Para cumplir horario, saldrán todos diez minutos antes de clase. Mientras tanto, los más pequeños, los de infantil, con 3, 4 y 5 años, seguirán en el Santa María, en el edificio que no estará en obras. No digo que sea peligroso, ni alarmante, pero no parece lo idóneo entre maquinas y andamios. No habrá extraescolares por parte de los profesores el primer trimestre y el AMPA busca cómo solucionar las suyas.
Ante esta situación, una más al currículm municipal, nadie se sonroja, como es habitual. Sorprendería lo contrario. El Ayuntamiento elude responsabilidades y ya son tantas que les resbala absolutamente todo, o casi todo.
Y hablando de niños, van a ser también unos de los grandes damnificados en las fiestas patronales de la era covid. La ausencia de atracciones en las fiestas patronales les deja sin su mayor atractivo de la programación. Ya hace meses, alguien conocedor del tema me habló del empeño del Concejal de Festejos en colocar a los feriantes en la parcela del futuro nuevo hospital comarcal. Alertado por técnicos de las ausencia de las acometidas necesarias, siguió adelante con la intención, incluso con la idea de emplear hasta 15.000 euros en hacer las obras necesarias. O lo que es lo mismo, ‘tirarlos’ prácticamente, porque iba a durar lo justo. En cualquier caso, se ha visto que los feriantes no quieren instalarse allí. Y el tema nos lleva una vez más a lo mismo. A los despropósitos. No se puede utilizar el picón (su ubicación natural una vez que los conciertos se sitúan en el recinto ferial), por el litigio entre el Consistorio y una empresa local que, según un acta firmada por los técnicos municipales en agosto de 2019, no ha terminado las obras, ni ha hormigonado en la calidad contratada ni muchas otras cosas. Otro culebrón a la lista. Comenzamos un nuevo curso, pero con la sensación de que seguimos en el mismo bucle.
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