El estío

La entrada del verano ha terminado con dos años de agonía. De unas obras que iban a durar diez meses y se han prolongado durante 750 días. De un proyecto que se diseñó mal por parte de los anteriores gestores y que se ha ejecutado también de forma inadecuada por los herederos, que han demostrado una nula fuerza para hacer cumplir a la empresa lo comprometido. Está claro, que el resultado no acaba de gustar por unas cuantas cosas (más allá de los gustos), pero a estas alturas no queda otra que asumirlo y desearle la mejor de las suertes. En definitiva, que tenga el mejor envejecimiento posible, y que las rotondas aguanten los cruzados obligados de autobuses y vehículos pesados. Y es que, por muchos que nos cuenten que es el nuevo urbanismo tiene que ser así, no tiene un pase para el común de los mortales. Una recepción de obras que se asume, y borrón y cuenta nueva. La mayor incertidumbre consiste ahora en saber si de esta se va a aprender (por fin), o va a ser una más en la lista, que lleve a seguir tropezando más veces en la misma piedra. Siempre sucede lo mismo.

A partir de ahora, ya no habrá herencias en las obras de las calles, y por lo tanto nos encontramos expectantes por descubrir lo que nos depara el futuro. Los barrios claman por obras y reformas, quizás no tan ambiciosas ni millonarias como ésta, pero de la misma importancia debido al deplorable estado que muestran acumulado en muchos años de abandono. Muchos años, sí. Aunque es curioso, cuando se está en la oposición parece que se acaban los problemas de vista, porque se empiezan a detectar esas cosas que ya estaban cuando el poder cegaba y se miraba hacia otro lado, sacando pecho de que todo estaba bien. Que cosas tiene la política.

Con la llegada del verano, además del final de los jardines, planea también el perfil bajo de meses casi inhábiles. Esa sensación de que en esa época del año hay más circo y pandereta, que gestión. Desde luego que una cosa no está reñida con la otra, pero está demostrado que el estío ralentiza. En el ambiente está el ronroneo de qué va a pasar con la Relación de Puestos de Trabajo, y si habrá acuerdo o no, político y sindical para sacar adelante ese documento en el que se dice (desde hace más de una década) que está la solución a los problemas de falta de personal que llevan a que la gestión no sea la ideal. De momento, los problemas de personal se complican con la desbandada de técnicos de altas competencias en intervención, medio ambiente y obras. Cada uno vuela donde quiere, sin más películas (que gustan demasiado).

Y hablando de verano, de momento, nada se sabe de los Cursos de Verano de la Universidad de Burgos, que este año llevan retraso en general, ya que se prevé su inauguración global a mediados de julio. Hace temer que habrá reducción de programas, y que alguno de los históricos como el del vino parece que se caerá este año. Tic, tac...