De regresos y fugas

La vuelta a la realidad ha llegado en forma de nuevo curso y, con ella, el regreso de estas crónicas. Seguramente, a algunos se les ha hecho largo este impase de descanso, mientras que en otros casos ha pasado como un suspiro, e incluso se ha deseado fervientemente que el espacio nunca regresara. En definitiva, aquí comienza la séptima temporada de La Otra Crónica que vendrá (seguro) cargada de episodios de todo tipo. De momento, el mes de agosto, a pesar de ser ese que pasa más desapercibido en la vida municipal, ha dejado algunas ‘pildoritas’ que empezarán a hacer su efecto real ahora que se da el pistoletazo de salida al año político.

Un mandato municipal en Aranda no es ‘normal’, si no hay (más tarde, o más temprano) un salto (o varios) a los No Adscritos. Las ‘fugas’ se han convertido en toda una costumbre, lo que no ha llegado a hacerse hábito es aquello de dimitir cuando se dejan de compartir las ideas de un grupo político. El ex edil socialista, Alberto Marcos, se ha unido, hace pocas semanas, a ese largo número de concejales (de distintos colores y por motivos varios) que han salido huyendo de sus grupos en las últimas décadas y, lejos de renunciar al acta, han seguido en su sillón municipal bajo la designación de No Adscritos (eufemismo del trásfuga de toda la vida). En su caso, buscó la expulsión al romper la disciplina de grupo en el tema del retén, y al no encontrar la respuesta esperada optó por abandonar el barco.

Como siempre, la película tiene diferentes versiones dependiendo del narrador. Por ello, lo más idóneo es hacer una especie de sinopsis partiendo de datos e informaciones. Todo apunta a que algo falló a la hora de elaborar la lista electoral del Partido Socialista, que al no cumplir las expectativas electorales y quedarse con cinco concejales, empezó a sopesar la posibilidad de que el ahora concejal No Adscrito abandonara su acta por una incompatibilidad laboral para dar paso al siguiente candidato, un hombre de partido. La respuesta final fue una excedencia para compatibilizar el cargo público y un puesto de trabajo a cientos de kilómetros que le ha tenido un año prácticamente sin pisar comisiones ni plenos. Por lo tanto, ambas partes tiene su porción de culpa en el drama final. Es mala la presión para ‘animar’ a alguien a que se vaya, pero tampoco parece muy idóneo ser un cargo público sin ejercer de ello durante un año.

En lo que se refiere al futuro más próximo, nadie tiene dudas (la discreción no ha acompañado precisamente a este proceso), que unos cuantos miembros del gobierno municipal vieron en la ‘fuga’ del exsocialista el voto número diez para situarse más cerca de la mayoría. El propio concejal se veía también con su porción de poder municipal, aunque parece que no lo va a tener tan fácil. En una sentencia de octubre de 2020, el Tribunal Supremo fija como doctrina que el pase a la condición de concejal no adscrito, por supuesto de transfuguismo, “impide que se asuman cargos o que perciban retribuciones que antes no ejercía o percibía. Queda excluida de esta limitación la incorporación a las comisiones informativas”. Hablando claro, si hay recurso en el juzgado (que es algo que parece seguro), el nombramiento se tumba. Ha pasado ya en muchos otros Ayuntamientos.

En cualquier caso, a partir de ahora, el gobierno municipal lo va a tener aún más complicado para intentar cuadrar el Tetris. Tiene que aprobar unos nuevos presupuestos, una Relación de Puestos de Trabajo, unos remanentes, y se añade un nuevo problema a la suma aritmética para la mayoría absoluta. Cualquier guiño al concejal No Adscrito (con el que faltaría un voto), cierra la puerta del Partido Socialista, que ha sido el socio ‘predilecto’. Partido Popular y Vox se encuentran aún más alejados por aquello de la herencia recibida. ¡Bienvenidos al nuevo curso!