El barro volvió a protagonizar el pleno ordinario del mes de marzo, celebrado en el mes de abril, porque a surrealistas, la verdad, es que no nos gana nadie. “Tensión”, “mala fe”, “pinza” (y no del pelo), “formas”, “talante”, “respeto”, “no todo vale”, son algunos de los mayores ‘hits’ que se escucharon en las intervenciones, aderezados de algún rifirrafe y subida de tono que, al ritmo de ascenso que llevamos en estos nueve meses, apunta a que las sesiones terminarán convirtiéndose en un auténtico lodazal.
Hay temas que nacen estrellados y seguirán eternamente con ese estigma. La piscina cubierta lleva dando que hablar (para mal, muy mal) más de tres décadas, y ahora no va a ser diferente. No hubo acuerdo, en ese pleno, para fijar el precio de las entradas para utilizar estas instalaciones municipales. El debate abre el melón, una vez más, sobre qué es barato y qué es caro, y de cómo las cifras tienen tantas lecturas como oradores. Aderezado con un ingrediente a mayores, si ese baremo para hacer la valoración económica viene marcado por el lugar de la tabla que se ocupe: el ejecutivo o la oposición. Más claro, si se tiene el mismo criterio y opinión sobre los precios (y lo que cuestan las cosas) dependiendo del lugar en el que se esté colocado. Gastarse casi 3,5 millones de euros para reformar una pequeña piscina que nació gafada, ¿es mucho o poco? Si comparamos con los 1,7 millones que ha costado hacer una nueva de las mismas dimensiones en Villadiego suena a demasiado, pero habrá que ver al resultado final y, a partir de ahí juzgar y comparar. Al anterior equipo de gobierno le parecía un precio razonable, algo que nunca compartió ni la oposición de entonces, ni la población en general.
Ese debate, la verdad, es que todavía no se ha cerrado del todo, pero ahora se complementa con uno que coge más fuerza: el del precio de acceso a la instalación, y especialmente el coste de las entradas de día. Llama la atención que se haya focalizado tanto el debate y las críticas en los tiques para una jornada cuando, mirando las estadísticas de los últimos años, se dispensaban una media de tres entradas de ese tipo al día. Una cantidad que parece irrisoria. Siempre ha sido una instalación de abonados y público fiel, pero la quincena de tarifas en ese sentido se han pasado más de puntillas (en ellas hay lecturas de todo tipo, al alza, pero también a la baja, dependiendo de edades y situaciones). La instalación, recordemos, tiene un aforo máximo de 107 bañistas y costará 150.000 euros al año a las arcas municipales (con la propuesta actual de tarifas).
Esas entradas de día comenzaron costando ocho euros en la primera propuesta. Un precio, a todas luces, exagerado, que tras la petición de rebaja por parte de la oposición se dejó en seis, alrededor de un 25% menos. A partir de ahí, llegó la subasta de propuestas, primero la del Partido Socialista que pedía que se rebajara a cinco euros. Después, la del Partido Popular a 4,20 euros (para mejorar la bajada) … Se enrocaron las posturas y el tema, de momento, se ha quedado esperando una nueva oportunidad, si es que llega. En el argumentario, que si el gobierno quiere hacer caja, que si la oposición elude el equilibrio económico y una posible competencia desleal a otras empresas que prestan ese servicio. Que si el ejecutivo no negocia a pesar de que esta en minoría o que la oposición se compromete a cosas que luego no cumple. Era la primera vez, por cierto, que se llevaba una ordenanza de precios públicos de la piscina, en el último contrato firmado en el 2013 aparecían directamente incluidas en el pliego de condiciones para la adjudicación de la gestión a una empresa privada, a decisión de quíen gobiernaba entonces. Sin duda, y haciendo un inciso, la falta de ordenanzas de precios públicos (para actividades en general) es una asignatura pendiente desde hace años y que hace que no sea posible cobrar entradas en la mayoría de los actos que organiza directamente el Ayuntamiento, ni tan siquiera para dedicarlos a causas benéficas.
Y hablando de distancias políticas, otro de los ejemplos, quizás el más importante, está en el presupuesto municipal (o el no presupuesto municipal), del que nada nuevo se sabe. Las enmiendas acaban de ser informadas por intervención, se piden informes y contrainformes sobre cómo gestionarlas y asumirlas y, mientras tanto, el reloj sigue su marcha. El tiempo se echa encima y volveremos un año más a tener que esperar al verano para poder tener unas cifras en vigor, cuando haya pasado casi medio año y la escasez de tiempo haga cuasi imposible una alta ejecución… De este tema, ya habrá tiempo de hablar...
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