El anuncio se convirtió en realidad. Sí, en el Ayuntamiento están empecinados y, aunque el dinero es de todos, los que gobiernan deciden en qué se lo gastan, ante la atónita mirada de la mayor parte de los ciudadanos. 3,5 millones para arreglar la piscina municipal cubierta. Además, con prisa, confiando en que (por una vez) se cumplan los plazos, con un fin que más allá del interés general, busca un anhelado rédito electoral. En un adelanto de los remanentes, incluso antes de tener los presupuestos, se va a habilitar esa millonada para conseguir tener probablemente la piscina cubierta más cara del universo (si nos ponemos a echar las cuentas), pero no una de las mejores. Da la sensación de que a cualquiera le sale más barata una piscina que a nosotros, no hace falta más que echar un bicheo por Google.
Diez meses con las instalaciones cerradas (algo que nunca se ha entendido) y sin movimiento alguno de máquinas y lejos de ir a lo imprescindible, van a por la obra faraónica. Porque eso sí, de obras faraónicas saben un rato, pero que yo recuerde casi ninguna acaba bien. Léase la nueva comisaría de Policía Local, la plaza de toros, el albergue juvenil, el edificio de la Banca Pecho, el centro de acogida de animales, el rocódromo de Santa Catalina, el Picón, el solar de la plaza Santa María que iba a acoger una oficina de turismo en 2014… (dejo abierto a comentarios, porque alguno se me olvida)
Ahora, en el tema de la piscina, para justificarse aducen que se van a pedir fondos europeos Next Generation para subvencionar parte de las obras de esa instalación (qué imaginativos). Como ese tipo de ayudas tiene unos destinos específicos, se puede solicitar en el coste de los trabajos que vayan destinados a la eficiencia enérgetica. Por ello, se pedirá una ayuda europea de 1,6 millones de euros para estas obras. Se ha solicitado, otra cosa es que se apruebe o no, y finalmente ese montante llegue. De momento, la cantidad consignada es de 3,5 millones para reparchear esta instalación que ni tan siquiera podrá ganar espacio porque no está aprobada la adaptación y revisión del Plan General Urbana.
Parece, por lo tanto, que ni los propios munícipes confían en poder tener de forma inminente actualizado un planeamiento urbanístico que lleva dos décadas obsoleto. A la cuarta intentona y media que llevamos, la confianza en que lleguemos a tener un PGOU moderno es prácticamente una utopía. Desde 2001, entre todos los intentos, la propuesta que estuvo más cerca de llegar al final, realizada por los técnicos municipales, fracasó en 2009 al no alcanzar la aprobación definitiva potestad de la Junta de Castilla y León. Tras finalizar la tramitación municipal, en el último peldaño la Administración Regional concluyó que el documento no tenía encaje en la normativa autonómica al prever un crecimiento desmedido en algunos nuevos sectores periféricos de la ciudad. Por si acaso, no está de más recordarlo.
La revisión actual está en pendiente de la aprobación provisional por parte del Ayuntamiento, en un trabajo urbanístico que se contrató en el año 2013 por un montante de 400.000 euros. La primera aprobación inicial, realizada en 2014, se tuvo que revocar en el año 2019 por un defecto de forma en los trámites administrativos al no publicarse ese acuerdo en un periódico de tirada provincial, paso obligado. En este caso, puede que sea en un plano más metafórico, pero de algún modo también es una obra de los más faraónica.
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