Las luces. Lo sé. No es algo nuevo. Hay pocas, también en Navidad. Se repite año tras año, mientras algunos se ponen la venda en los ojos, solo con la intención de no ver lo evidente e internar disfrazar algo que se palpa en cada una de las calles. Este año, la cosa ha cogido incluso más guasa si cabe. Se ha sido capaz de inaugurar una iluminación navideña sin tener las luces colocadas. Órdago a la grande. Eso ya es de un cinismo a prueba de concurso de mérito.
Para que nos hagamos una idea. En Aranda, el Ayuntamiento gasta 34.000 euros en la iluminación navideña. Una cantidad que hay que compartir con las luces de carnaval. Por lo tanto, se calcula que unos 23.000 euros. A mayores, otra menor cantidad se destinada para esas dos figuras luminosas 3D que lucen en la plaza de la Constitución y en la rotonda (esta última medio fundida). Dos figuras que, según el aspecto que muestran, debieron ser las primeras imágenes navideñas que se diseñaron con luces Leds. No hace décadas, pero hablando de este tipo de adornos, suenas casi al pleistoceno antiguo. No es por deprimir, pero el contrato también incluye la Navidad del próximo año.
Por hacer una comparativa. Son 23.000 euros frente, por ejemplo, a los 161.000 que se gasta Soria en las luces ornamentales. Es verdad, que hablamos de una ciudad que se puede asemejar pero que es capital de provincia. Aun así, hay cantidades intermedias para una iluminación digna y de calidad. Sin embargo, da la sensación de que el Ayuntamiento tiene complejo en gastar una cantidad idónea para dinamizar la vida social y económica. Que la gente se anime a salir a la calle, que las personas de la comarcan opten por venir a pasear y a comprar a Aranda y no por, ya subidos en el coche, ir a un lugar que ofrezca una mejor estética. No lo ven como una inversión. Lo más chocante es que hay complejos para gastar en esto, pero no lo hay para gastar en otras cosas. En antojos superfluos, en viajes y recepciones, incluso iluminaciones por antojo y fuera de plazo. Por eso, tampoco nos vale el argumento del ahorro. Desconocen lo que es eso.
Desde luego, la empresa empezaría a colocar las luces donde mayor inversión había y dejaron a los ‘pobres’ para los últimos. Así, si hay penalización, será mínima… Y aquí como hay que defender que la iluminación es buena, son capaces de aplaudir el árbol de la rotonda, poco agraciado y medio fundido. Porque, el leitmotiv no cambia. Todo es siempre culpa de otros. De la empresa que no llega. De los medios que lo cuentan. De los ciudadanos porque no les gustan las luces, de los usuarios de redes sociales porque las critican... Quienes nos gobiernan, da la sensación de que hacen ejercicios para autoconvencerse de que todo va bien y… si alguien dice lo contrario, solo es porque les tiene manía. A partir de ahí, lo que ya conocemos, se cae en los mismos errores, o en algunos más grandes. Mientras se aíslan en el ego del poder, la realidad trasciende.
Hablando de temas navideños, para quedarnos con mejor sabor de boca, es justo poner en valor el trabajo realizado por los comerciantes de Santa Catalina y ese mercadillo celebrado en el último tramo del puente. Con poco tiempo y escasos medios han conseguido dinamizar la vida de un barrio muchas veces olvidado. Ya piensan en mejorar (de ellos deberían aprender los políticos) para el año que viene incrementar el espacio y el número de días. Mientras tanto, la Concejalía de Promoción mantiene silencio. Piensan que de las cosas que no se habla, no existen. Hay que recordar ese mercadillo navideño Ciudad Europea del Vino que se iba a celebrar en el centro e iba a cerrar las actividades lúdicas de este reconocimiento. Ni está, ni se le espera…
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