Algo se palpaba en el ambiente, aunque nadie podíamos llegar a creer que esa sensación se iba a terminar confirmando en tal magnitud. Eramos conscientes de que todo podía pasar en la noche electoral, que todas las hipótesis estaban abiertas, ante el panorama más incierto y el malestar ciudadano más patente que se ha vivido en Aranda con la política municipal. Lo que sucedió en la noche del domingo, no se ha gestado en los últimos tiempos. Es una tendencia de hartazgo que se veía venir desde hace varios mandatos, y que ha explotado ahora, tras vivir cuatro años de pésimo gobierno y pésima oposición, y coincidiendo con una propuesta nueva que ha conseguido concentrar la esperanza.
El Partido Socialista y el Partido Popular terminaron el mandato municipal de 2007 a 2011, cada uno con nueve concejales. Desde entonces, su presencia se ha ido desgastándo poco a poco, al tiempo que la ciudadanía ha ido perdiendo la confianza en las dos fuerzas mayoritarias. En los resultados del domingo, las dos formaciones cuentan con cinco ediles, cuatro concejales menos que hace doce años. Sentir Aranda ha acaparado esos votos de uno y otro lado, de ciudadanos que están hartos de ver siempre las mismas caras, los mismos argumentos, las mismas guerras, los mismos asuntos pendientes.
Los dos grandes partidos no han sabido leer lo que les pedía la ciudadanía. Ninguno de los dos ha hecho autocrítica, ni reflexión. Tampoco han sabido dar un revulsivo o alguna renovación que generara algún tipo de entusiasmo al votante. Han optado por un continuismo global. Al tiempo, ambos, han menospreciado durante muchas semanas a un grupo de ciudadanos ajenos a la política que decidieron formar una agrupación de electores. Tenían el delito de ser nuevos, no saber nada de la administración municipal y no contar con instituciones superiores de su mismo color político.
Ese aspecto, el de la importancia de compartir color con la Diputación, la Junta, y el Gobierno Central, repatea a la sociedad. Y es que, en los últimos veinte años, han estado en el ejecutivo nacional el Partido Popular y el Partido Socialista y el tren se ha herido de muerte con un lenta y dramática agonía. Tampoco ha llegado la Autovía del Duero que lleva el ritmo más lento de la historia de las carreteras de este país. Durante estas dos décadas, el Partido Popular ha estado en la Junta y de la circunvalación nada se sabe, ni del centro tecnológico agrario y el hospital parece que se vislumbra una vez que se ha construido o renovado el resto de los centros sanitarios prometidos. La tesis de que compartir color político da más fuerza, debe valer para otros lugares, porque aquí, desde luego, no se ha sacado rendimiento. Han sido más justificaciones que otra cosa. En los mayoritarios y en aquellos más minoritarios, pero que han tenido cota de poder en Valladolid y en Madrid.
Desde luego, a Sentir Aranda se le presenta un camino muy complicado por delante (y probablemente lleno de piedras). Con seis concejales es inviable gobernar, y el gobierno de unidad y consenso del que hablan es una utopía. Tendrán que buscar un apoyo y elegir al socio menos malo que les acompañe en esta difícil tarea que se les ha encomendado. Está claro, que el alcalde será Antonio Linaje. La única alternativa rocambolesca para alcanzar la mayoría alternativa pasa por la unión PP-PSOE y, eso, ya sabemos que es inviable (además de incumplir el mandato ciudadano). Por lo tanto, de aquí al 17 de junio, fecha de la toma de posesión, se tendrá que deshojar la margarita.
Respecto a los perdedores de las elecciones, se percibió más autocrítica por parte del candidato socialista que asumió toda la culpa de la situación. La candidata popular, sin embargo, parecía enfadada con los ciudadanos que no habían sabido entender su “gran” gestión. Y eso que Aranda es uno de los pocos lugares en el país, donde el PP ha perdido votos, con ese aire nacional favorable. Decepción en Podemos-Izquierda Unida con sus dos concejales (viendo la tendencia no es mal resultado), satifacción en VOX con sus dos representantes y Ciudadanos consigue salvar la honra con un edil y convertir a la Ribera casi en la 'Aldea Gala' de la formación naranja.
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