Entre pandemias e inflaciones, en Castilla y León no tenemos suficiente, y hemos completado la saga con unas elecciones autonómicas… Observamos una película donde algunos no habían pisado tanta granja y campo en su vida, su atuendo claramente refleja que lo de bajar a pie de sector primario es una auténtica novedad. Eso de ver animalitos, más bien solo para la foto. Otros recorren los pueblos más recónditos defendiendo los consultorios y el resto de servicios rurales, en una intención de vender una vida semejante a la urbana, que a estas alturas suena a utopía dado el problema estructural. A ellos se unen aquellos que hace algo más de un mes defendían lo indefendible en su matrimonio sin amor y ahora pintan a su ex como el más autentico Lucifer. El reparto se completa con el ejercicio paracaidista para buscar la mejor provincia en la que sacar algo de rédito convertido en sillón, con los que piensan que Cataluña es toda la causa de nuestros problemas, y aquellos románticos ajenos a la vida política que creen que pueden cambiar el mundo recibiendo piropos que luego es difícil que se ratiquen en votos.
Con este panorama definido a grandes rasgos para no aburrir, es lógico que se vaya a cumplir eso que dicen las encuestas de la abstención. Apuntan a que la participación bajará en un 10 % respecto a 2019. Hasta poco parece ante la falta de arrastre que supone el no coincidir con unas elecciones municipales (en el tema de la administración más cercana sentimos que tenemos más que decir como electores). Siendo realistas, en Castilla y León no hay espíritu de autonomía y nos sentimos tan alejados del reto de llegar a pintar algo, que casi ya ni preocupa. Ante tal desapego se nos anestesia más aún con teorías increíbles. Por ejemplo, nos cuentan que se van a poner en marcha las mismas medidas políticas que en Madrid y hasta nos resbala. Y no lo digo por la ideología, sino por las similitudes entre las dos autonomías. Estamos en las antípodas. Todo ello aderezado también con las ocurrencias de un ministro, famoso por sus titulares polémicos y no por su gestión, que han hecho la campaña antes tan siquiera de iniciarse.
Quedan menos de cuatro semanas para vernos la cara con las urnas, pero el deseo generalizado es que ésto termine cuanto antes. Que se acabe esa especie de utilización de Castilla y León en clave nacional, para solventar unos intereses de partidos políticos que distan mucho de los intereses y necesidades de los ciudadanos que vivimos en esta comunidad. Una pena. Aquí lo que queremos es saber qué va a pasar con nuestro hospital, qué va a suceder con la circunvalación, si la Junta va a poner dinero para construir la ronda interna, o si va a dar impulso al proyecto urbanístico con el que se quiere regenerar el Barrio de Santa Catalina o si nuestros pueblos van a tener vida y futuro… Por poner algunos ejemplos… Eso sí, se piden verdades y no milongas (que de eso tenemos experiencia).
En lo que se refiere a la presencia ribereña, parece que tanto Emilio Berzosa por el Partido Popular como Luis Briones por el Partido Socialista, tienen su escaño asegurado en el hemiciclo regional . De momento, no se puede decir lo mismo del cabeza de lista de Ciudadanos, José Ignacio Delgado. Tendrá que dar la vuelta a las encuestas y cruzar los dedos para que surja ‘un milagro’ para que no sufran el efecto Rivera con v. Después del 13 de febrero, si estos pronósticos se cumplen, también habrá cambios municipales y cambios en el gobierno. Berzosa tendrá que dimitir y quedarán vacantes Festejos, Cultura y Polígonos. Celia Bombín, la siguiente en la lista, tendrá que deshojar la margarita de volver o no.
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