La presión es un imprescindible que va a aparejado a la vida en general, pero se hace más evidente en ámbitos con proyección pública como la política. Lo más llamativo es cuando esa presión pivota y, en ese momento, uno toma conciencia de lo diferente que es ejercerla o sufrirla y cómo, a veces, se puede llegar a ser víctima y verdugo en apenas un suspiro. Cuando se aprobó el servicio de retén de bomberos hace unos meses, se hizo por una decisión política, levantando los reparos de intervención y personal, con el argumento del interés general, la seguridad y la necesidad de dar servicio a municipios amparados por un convenio. Es verdad, que durante tres años y medio, la seguridad estuvo en el aire y a los políticos de ese momento les salvó su suerte que, afortunadamente, en un tema tan sensible en el que hay vidas en juego, es la suerte de todos.
Es más que sabido, que en todos los sitios cuecen habas y que el departamento de bomberos no está entre las preferencias de las altas instancias de otros servicios municipales como Secretaría, Intervención y Personal. No digo nada nuevo, el tema ha protagonizado varias veces esta crónica y, tirando de hemeroteca, podríamos recordar varias sentencias como el expediente disciplinario “ilegal’ abierto a un bombero, el reconocimiento de la categoría C1, la anulación de las bases de la bolsa de empleo, etc. (A todo esto, se ha unido una sentencia de última hora y es que el juzgado ha ratificado el puesto del jefe de bomberos que había sido recurrido por su antecesor).
Curiosamente, en tres años y medio, ningún técnico encontró una solución “legal” para garantizar la seguridad de los ciudadanos con un retén de guardia y, finalmente, el tema se dirimió a través de la política el pasado mes de julio. Aquel día, todos sospechábamos que no se había dicho la última palabra, porque de sobra es sabido que se puede intentar gobernar desde muchos ámbitos, no solo desde la política. Haciendo bueno el dicho de piensa mal y acertarás, esa respuesta, según cuenta el equipo de gobierno, ha llegado en estos úlimos días. Un reparo vinculado a que no había partida económica suficiente para afrontar ese gasto de las horas del retén, ha paralizado el pago de nóminas a todos los trabajadores del Ayuntamiento, que a día 5 de mes todavía no han cobrado. Sin duda, parece una estrategia que puede ser legal, pero que busca la presión, la de intentar poner a toda la masa laboral del Consistorio en contra de unos compañeros, los bomberos, mostrándoles como los causantes de los retrasos en los pagos. De libro.
El tema se enrevesa cuando tras ser, según sus palabras, víctimas de una presión aderezada de falta de información, el equipo de gobierno tira de lo mismo. Anoche, en el pleno, acudió a la presión para incluir en la sesión de manera urgente, extraordinaria y silenciosa el levantamiento de ese reparo sin informar previamente a los grupos de la oposición. La estrategia (también de libro) hacerles quedar como culpables de la falta de cobro de los trabajadores, si el tema no salía adelante (Sí salió). Está claro que, en esto de la política, se aprende pronto. Eso sí, la presión como respuesta a la presión, seguramente no fue la mejor idea. Y es que lo más difícil de digerir por parte de los presentes fue el espectáculo bochornoso que desencadenó toda esa situación, y todo aquello que se viene acumulando en este año y medio. Desconfianza evidente entre unos y otros, insultos y faltas de respecto, malos gestos, tránsfugas con sed de venganza y expulsadas que no lo son.
Y no quiero cerrar este espacio, sin aludir a otro tema de aquellos de los que realmente interesan a los ciudadanos. Lo sabíamos y ya se puso aquí de manifiesto hace unas semanas, pero ahora se confirma: la reforma de los Jardines de Don Diego va directa a convertirse en la obra de El Escorial. Se ha ampliado el plazo hasta finales de enero. El asfaltado llegará en marzo, según la nueva versión. Una explicación pública no vendría mal. Así, quedaría patente el respeto por los afectados y ciudadanos en general.