La imagen de la ciudad en la que vivimos dista mucho de la de un lugar con una limpieza modélica. Es más, la limpieza es francamente mejorable y mucho. No hay nada más que dar una vuelta por cualquier foro de denuncia, donde las fotos sobre suciedad acumulada por diversas zonas, en variedad de vertientes distintas, se convierten en los principales focos de quejas e indignación ciudadana.
El contrato de aseo urbano supone a las arcas municipales casi tres millones de euros anuales. Aglutina, entre otros aspectos, la limpieza viaria, la recogida de residuos orgánicos, la recogida selectiva, la retirada de cartón puerta a puerta o de enseres para llevar al punto limpio. A primera vista, tres millones de euros en un presupuesto global de 30 millones que tiene Aranda de Duero, el 10 %, parece una cantidad suficiente como para tener una ciudad impoluta, pero está claro que no es así.
¿No se hacen bien los deberes por parte de la adjudicataria del contrato? ¿Hace un seguimiento correcto el Ayuntamiento? ¿Somos menos limpios que en otras ciudades? ¿Por qué el suelo está lleno de manchas de suciedad, de grasa, de chicles y parece no tener solución? ¿Qué imagen se llevan los visitantes?
Vayamos por partes. El lunes de la semana pasada, el Ayuntamiento se reunía con la empresa de limpieza para hacer un seguimiento del estado de cumplimiento del contrato. Ha habido más encuentros, pero parece que, en éste, se pusieron algunas verdades sobre la mesa. En cualquier caso, llega tarde, el contrato dura diez años, ya han pasado más de ocho, queda de aquí a abril de 2020 para darlo por concluido.
Pues bien, en ese contrato, entre otros aspectos, se preveía la construcción de contenedores soterrados por varios puntos de la ciudad con el fin de dar una mayor estética y evitar suciedad y malos olores. Esos contenedores nunca se han llegado a habilitar y parece que tampoco se les espera. En Aranda solo se colocaron en la Plaza de la Ribera y en la zona de la Plaza del Río Bañuelos. Hay otros en la Calle Postas y en la Plaza de la Constitución, pero esos se vincularon a las obras de rehabilitación de estas zonas. Dicen desde el Ayuntamiento que no se ponen más porque en algunos sitios es inviable y que tampoco han dado el resultado previsto. No detallan si es que no son los suficientes, si es que somos incívicos, o que no se recogen tan asiduamente como se debiera. La realidad es que es una fórmula que ha funcionado en muchos sitios y aquí se descarta. Como observación, los colocados en la Plaza de la Ribera o en la Calle Postas parecen escasos para la cantidad de gente que se aglutina en esa zona del centro y que, en muchos casos, se tiene que dar un buen paseíto hasta el contenedor. Así me lo transmiten los vecinos.
Al no hacerse el soterramiento, ahora sobran 220.000 euros para reforzar la limpieza viaria hasta el final del contrato. Como excusa se mantiene que no se llega a todos los sititos porque hay zonas que antes (cuando se firmó el contrato) no estaban, como el sector Centro Cívico o Ronda de las Casitas; o que se realizan actividades que no existían o eran menores, como el EnveroFest o la Fiesta de la Vendimia. La ciudad habrá crecido, los eventos serán más, pero nunca, a mi entender, se ha sido un ejemplo de limpieza. A lo mejor tenemos que hacer también los ciudadanos y hosteleros examen de conciencia, seguro que sí, pero queda claro que toda la culpa no es nuestra, ni se soluciona con una campaña de concienciación.
De cara al futuro, el Ayuntamiento afirma que ya se está trabajando en la elaboración del pliego para adjudicar el nuevo contrato para abril de 2020. Lógicamente, se trata de un proceso largo que hay que empezar a impulsar con suficiente anticipación. Pero, me permito pronosticar, porque llevo bastantes años en esto y lo veo contantemente, que no se llegará a tiempo y se tendrá que prorrogar fuera de contrato, con todo lo que ello supone de falta de mejora. En la redacción del nuevo acuerdo es deseable que se hile un poco más fino, que se incluyan todas las mejoras necesarias, las zonas nuevas, que se actúe en los eventos multitudinarias una vez que concluyan y así se evitará que se eche la culpa de todo a terceros. Esperemos, además, que en ese nuevo contrato se incluya la recogida de residuos orgánicos todos los días del año. No es lógico que los sábados y vísperas de festivos, los días que más basura se genera, no se haga la recogida. Tercermundista.
La autocrítica ciudadana tampoco está de más. Es lamentable ver colchones, sillas, todo tipo de enseres al lado de los contenedores, sufrir los olores a orines o los excrementos caninos. Esas cosas también son evitables.
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