Entre la ‘resaca’ de los resultados electorales y nuevos capítulos de herencia envenenada, se encara el final del mes de julio en Aranda. Uno de los veranos más interesantes y amenos a nivel informativo de los que una recuerda. Por un lado, la campaña electoral y la cita con las urnas, por otro las sorpresas que aparecen en los cajones municipales, a lo que se suma la yincana de tráfico y algún referéndum. No podemos quejarnos, está vez, de la sequía informativa que tradicionalmente viene aparejada a la época estival.
Las urnas han dejado luces y sombras para todos. Una de ellas, la ex alcaldesa, Raquel González que ha logrado su puesto en el Senado. Lo ha hecho gracias a los votos de la provincia, porque en Aranda ‘su’ electorado la castigó. Casi 550 personas, votantes del Partido Popular aquí, no pusieron la cruz en su nombre y sí en el del número 1, Javier Lacalle. Además, obtuvo casi 900 votos menos que los candidatos del PP al congreso. Por lo tanto, una cifra importante de los populares da la espalda a la gestión de la que fuera primera edil. Supongo, que haber quedado la quinta en Aranda poco la debe de importar, cuando va a cobrar más de 6.000 euros netos mensuales en la Cámara Alta. La caja registradora se pone a contar y nada más…
Ahora, la duda está en si dejará el Ayuntamiento o no. Si es por sumar 1.400 euros más (que es lo que cobra un portavoz municipal), eso ya suena a abusar. Aunque, quizás, su razón se centra en que no está claro si puede haber unas nuevas Generales en diciembre, y teme entonces quedarse compuesta y sin sueldos. En la política nadie sabe lo que puede pasar. Una tercera alternativa se centraría en no perder el control del partido en la Ribera del Duero. Puede ser alguna de las opciones o un poco de todas. Hagan quinielas.
La realidad es que está permitido compatibilizar ambos cargos. Es más, lo hará, por ejemplo, el alcalde de Valladolid. Sin embargo, aquí, su partido se ha dedicado en campaña a lanzar el mensaje (fuera de micros) de que dimitiría como concejala. En el caso de que eso suceda, se abriría una especie de guerra para hacerse con el control del grupo municipal (y del partido). Muchos ven a la número dos, Virginia Martínez, como la sustituta natural. Hace un año se hablaba de ella como posible candidata a la Alcaldía. Tiene un problema, poco recorrido dentro del partido y la política, aunque parece que ha caído muy bien en los ámbitos superiores, en Valladolid y Madrid. Se dejó notar esa sensación en el curso Prensa y Poder. La verdad es que, de momento, no conocemos ni su voz.
Otra de las opciones es Cristina Valderas. Alguien quiere vender a la concejala popular como una especie de mirlo blanco, cuando lleva desde hace más 16 años en primera línea política. Más de tres lustros en los que se ha movido siguiendo fielmente las directrices primero de Ángel Guerra, pero especialmente después de Raquel González. Ejecutando lo marcado, en política, en vetos, en filias y en fobias. Las malas lenguas dicen que se rebotó al saber que no iba de número dos en las municipales. Ahora, quizás con otro mentor, pretende dar el salto con una escueta carta de presentación, lo bien que ha llevado la Concejalía de Acción Social. Eso sí, nadie dice qué ha hecho mejor que sus antecesores…
Por otra parte, si González se va, entrará como concejala Teresa Bermejo, que hasta julio ostentaba la concejalía de Juventud. Saco su nombre porque así me viene de perlas para enlazar con el siguiente tema. El estado ruinoso de parte del Centro de Arte Joven. Lo que nos decían que era una fisura en una viga del edificio, ha terminado siendo una superficie invadida por la carcoma que genera una gran peligrosidad y necesita de una inversión importante para garantizar una superficie en condiciones para los jóvenes. Como mínimo, lo sabían desde abril (cuando gobernaban) pero es mejor callar o contar cuentos a la ciudadanía. Y vendrán más...
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