No sé si la ruta de los escombros se convertirá en uno de los '22 motivos para visitar Aranda en 2022'. Ese es el lema que ha escogido el Ayuntamiento para promocionar la Ciudad Europea del Vino el próximo año, en la tercera intentona (esperemos que la vencida) para exprimir ese reconocimiento. Lo digo con evidente sarcasmo, pero es que el tema tiene miga, cuando se habla de motivos. Desde hace meses, incluso algún año, los vecinos de Aranda han denunciado en el Ayuntamiento la proliferación de esas escombreras, nacidas de la acumulación de materiales de obra y aderezadas (en un 20%) con un complemento de residuos añadidos por vecinos incívicos que han aprovechado esos ‘basureros’ urbanos. Tras encontrarse con el vacío constate por parte del Ayuntamiento, con la nada como respuesta y con inhibición de responsabilidades, unos de esos vecinos, en concreto los del barrio de Santa Catalina, decidieron personarse en el cuartel de la Guardia Civil pidiendo amparo.
El Seprona comenzó una investigación en la que confirmó la existencia de hasta cinco de las acumulaciones denunciadas por los vecinos. Un proceso en el que se confirmó la identidad de los propietarios de las parcelas y se levantaron sendas actas sancionadoras que se han remitido al Servicio Territorial de la Junta de Castilla y León. El desamparo municipal de los ciudadanos en este asunto es capítulo aparte. Pueden decir que son solares privadas, que no son de su competencia. Pueden mirar hacia otro lado. Aunque la realidad es que los arandinos los han elegido (se supone) para tener una ciudad vivible, y para que solucionar los problemas. Como éste. Tener las riendas de un municipio supone tomar decisiones que favorezcan al día a día, pero es más fácil lavarse las manos. Y además, intentar ser ejecutivos y evitar que las escombreras urbanas crezcan durante meses, y algunas, hasta años. ¿Esa es la Ciudad Europea, la Capitalidad, que queremos?
Las infracciones medio ambientales, por otro lado, esperemos que no repercutan económicamente en el Ayuntamiento, que ha permitido su pervivencia incluso de materiales depositados por empresas contratadas municipalmente. Porque, en ese caso, estaríamos pagando los propios ciudadanos con nuestros impuestos, las molestias que sufrimos. Y, ya sabemos, ante algún problema de escombreras, al cuartel.
Y hablando de cuarteles o dependencias de seguridad. Las obras de la futura (casi ya hipiotética) Comisaría de Policía Local saldrá de nuevo a concurso, por 1,4 millones de euros. Hace dos años y medio salió por 1,2 millones, aunque finalmente se adjudicó por algo menos de un millón. Vuelve a licitarse el contrato (tras rescindir el anterior) sin el modificado que generó el desencuentro y nos ha llevado hasta ese punto. El de la obra del sótano para hacer los garajes, vestuarios y gimnasio. Eso tendrá que ir en un futuro modificado, en una licitación difernetes, porque temas de la normativa de contratos. Y nos vemos, dos años y medio después, en el mismo punto. Y puede que pasado el tiempo, entra dentro de las posibilidades, sea la misma empresa la que gane el concurso y haga la obra. Y entonces, viviríamos un nuevo Día de la Marmota.
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