Silencio. Nada. Solo unos improperios a gritos por teléfono, entre pasillos, en medio de la jornada de Ciudades Intermedias. Así se ha tomado la alcaldesa de Aranda, el varapalo judicial de la plaza de toros. Un varapalo personal, sin duda. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León confirma que aquella licencia que otorgó en septiembre de 2014 no se ajusta a derecho. Choca esa actitud de silencio con la forma de actuar el día 27 de octubre. Entonces, en primera instancia, se había ratificado esa licencia de apertura. De forma urgente, con apenas media hora de margen, la primera edil convocó una rueda de prensa donde arremetió contra todo y contra todos. Políticos, ciudadanos y medios de comunicación que se habían mostrado críticos. Previamente, había telefoneado a tres de los cuatro exconcejales que no asistieron a aquella junta de gobierno local de hace más de siete años al no estar de acuerdo. Les llamó para abroncarles como si pintara algo ahora en sus vidas personales y profesionales alejadas de la política. Con el cuarto no levantó el teléfono porque no tiene trato.
Más tarde, en esa comparecencia pública junto al concejal de Urbanismo, Alfonso Sanz, (las otras dos exconcejalas que aprobaron la licencia no quisieron acudir) solo habló ella. Tras volver a escuchar la grabación, de sus frases estrella he rescatado algunas. “Han sido siete años de persecución jurídica y mediática”, “Somos cuatro personas valientes que tomamos una decisión que de no haber sido tomada hubiera costado una millonada”, “Confiamos en la justicia y la justicia ha venido a darnos la razón”, “Cuatro compañeros y familias que hemos sufrido mucho” “Hemos estado sometidos a presiones de todo tipo”, “Ha habido falta de compromiso de los técnicos que lejos de buscar soluciones solo pusieron obstáculos y han quedado retratados en la sentencia”.
Ahora, siguiendo la lógica y la moral, tendría que haber convocado otra rueda de prensa porque evidentemente hay muchas preguntas. ¿Quién ha perseguido a quién? ¿El TSJ también la persigue? ¿Sigue pensando que es tan valiente y legalista? ¿Fueron valientes los que votaron a favor o los que se ausentaron siguiendo sus principios? ¿Sigue pensando que la justicia le ha dado la razón? ¿Se ha sufrido mucho por causas ajenas o propias? ¿Los técnicos obstaculizaron el proceso o hicieron su trabajo? ¿Por qué uno de esos trabajadores hay protagonizado prácticamente el único despido de la historia reciente de este Ayuntamiento? ¿Quién queda retratado por las sentencias?¿Si llega a ser firme asumirá sus responsabilidades políticas? Estas son solo algunas de las cuestiones que me vienen a la cabeza y que me gustaría que la alcaldesa (se presupone que de todos) contestara con el mismo descaro con el que habló hace siete meses. Sorprende que una letrada y abogada no tenga presente que un político o un jurista no debe sacar pecho de las sentencias cuando no son firmes.
De momento, todavía queda un último cartucho. Queda abierta la posibilidad de acudir a casación. En este caso, ya no es un recurso al uso. Se trata de una posibilidad extraordinaria que permite pedir la anulación de una sentencia aduciendo una incorrecta interpretación o aplicación de la ley. Los servicios jurídicos lo están estudiando. Y mientras tanto, una se pregunta si no es más rápido ponerse a solventar la situación y dar una licencia de actividad en condiciones con pertinente inspección y fin de obras ajustado a licencia y a la realidad. Septiembre está a la vuelta de la esquina, y entonces llegará el problema. Un problema provocado, una vez más, por una mala gestión que, por enésima vez, pagarán todos los ciudadanos.
Aunque viendo como está el Consistorio, el poder tener tardes de toros va camino de convertirse en un problema de tercera. Con solo un bombero de guardia, sin personal en el cementerio que pueda garantizar el servicio en momento terribles para las familias, con servicios varios fuera de contrato, y otros cerrados directamente. Eso sí, vamos a demostrar que nos importa la cultura entregando los Premios Envero en el Reina Sofia, porque en la capital los museos sí que están abiertos.
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