Queridos y apreciados lectores (que diría Lady Whistledown), aquí comienza un año más de La Otra Crónica. 2025 empieza con los mismos asuntos con los que despedimos a su antecesor (incluso algunos que vienen de aún más lejos), y también otros nuevos que piden paso en el panorama de la actualidad, amenizando el principio de ciclo. La primera sorpresa irrumpía en las filas del Partido Popular, con el cambio de la cúpula en la Ribera del Duero. Estaba cantado que el ‘aparato’ de la formación política estaba funcionando para ejecutar un plan de choque que se perpetraba desde hacía tiempo, pero que se ha visto acelerado por la torpe gestión llevada a cabo con el anuncio de la expulsión no consumada de la (ex) presidenta de la Arandina Club de Fútbol y el error de incluirla como flamante fichaje en una lista electoral con una clara incompatibilidad (manifiesta y moral). Esperábamos un movimiento más lento al estilo congreso comarcal, pero no se han tenido ni esos miramientos y la ‘dedocracia’ ha actuado de forma contundente. La ‘suerte’ ha recaído en el alcalde de Villalba y otros dirigentes ribereños, bajo el argumento (excusa) de que los pueblos piden paso y poder. Se ‘salva’, entre la terna, a la actual portavoz municipal en el Ayuntamiento de Aranda, algo que suena más bien a prueba transitoria porque en estos momentos hay poco (o nada) más de dónde tirar, mientras se busca un mirlo (o paloma) blanco.
Mientras, el PP en Burgos mantiene que la dirigente del club futbolístico está fuera del grupo municipal, pero la realidad es que vota en plenos, comisiones y demás, como una integrante más de ese partido político. Da igual las veces que se repita en alto una cosa, no es suficiente para convertirla en realidad y en el Ayuntamiento sigue figurando como parte activa de la formación azul. Otra cosa será lo que suceda el día 23 de enero, tras su declaración en el juzgado como investigada tras la denuncia interpuesta por Unión Arandina. Si la instrucción sigue, los ejecutores ya tendrán un argumento firme con el que armar su expediente disciplinario. Por cierto, en su despedida pública como presidenta de la Arandina, la edil hizo una clara estrategia de reconciliación con su partido, a través una lectura de ‘méritos’ en la que todo apunta a que ha medido mal los tiempos y ha llegado muy tarde. En ese adiós en forma de rueda de prensa, llamaba la atención como alguien con ese balance de gestión al frente de un club deportivo, puede llegar a postularse como aspirante a gestionar un Ayuntamiento o Administración Pública. Consistorio al que pertenece y que a la vez acusa de deudor, quizás olvidando que el dinero que sale de los impuestos de todos los ciudadanos hay que fiscalizarlo estricta y adecuadamente.
Y hablando de dinero, el leitmotiv de los presupuestos no hay cambiado a pesar de que hayamos dado la vuelta al calendario. Desde el equipo de gobierno siguen manteniendo que finales de enero o febrero es el tiempo estimado para elevar esas cifras a pleno para su aprobación, pero eso es una utopía más que manifiesta. No se tienen los votos para sacarlos adelante y, por no tener, no se tiene el informe de intervención que determine si cumplen o no. A ello se unen las pocas ganas de negociar por parte de todos, incluso de los que necesitan los apoyos suficientes para poder llevarlos a cabo. El bucle de las liberaciones, la duda de si es necesario endeudarse con un crédito de once millones de euros y las incertidumbres varias, protagonizarán las próximas semanas en un proceso que pronostico nos llevará al punto de siempre, a llegar tarde…