Que un juzgado diga que un Ayuntamiento hace todo lo posible para no cumplir con la legalidad, es muy grave. En realidad, da igual el tema en concreto. Es de vergüenza torera (nunca mejor dicho). Que casi una semana después de ser conocedores de que un juez les ha leído la cartilla con un rapapolvo de órdago, el silencio sea lo que impere, tiene pocos calificativos (cada uno que ponga el que quiera). Hablo de la nueva sentencia de la plaza de toros, que mucho más allá de echar por tierra la treta de dejar el coso fuera de ordenación para evitar dar otra licencia de apertura, es un fiel reflejo del hartazgo que tiene hasta la justicia de las artimañas con las que nos marean. En este y en tantos y tantos temas.
Leer las últimas trece páginas de esa sentencia, sonroja. Desde luego, hay cartas de despido disciplinario más suaves que esas letras. No les ha dado tiempo a valorar la sentencia, dicen desde el equipo de gobierno. Ni les va a dar, porque si se ponen a leerlo con detenimiento, es como para coger los bártulos y optar por la retirada (especialmente aquellos que presumen y alardean de ser duchos en derecho). Nos intentan vender que quisieron dejar la plaza fuera de ordenación para depreciarla y comprarla más barata. Todo lo barato termina siendo caro. ¿Quién quiere comprar una plaza fuera de ordenación?
Como los tiempos de la justicia no son los tiempos políticos, la resolución ha caído en el peor momento. Con la campaña electoral al caer. Eso sí, poco posicionamiento claro por parte de los partidos políticos en general, más allá de que todos por la legalidad. Sin duda, el tema es una patata caliente y ninguno parece querer quemarse con él, de momento. Al que gobierne, no le quedará otra, pero este septiembre no habrá solución. (salvo milagro).
Y a todo esto, otro tema ha irrumpido de lleno en la precampaña. La dimisión del gerente del hospital de los Santos Reyes. Más allá de todos los daños colaterales, en el asunto planea una máxima: si alguien tiene un alto puesto directivo en la Administración, no tiene compatibilidad para prestar otros servicios dentro de la misma. Si se es gerente, no se pueden hacer guardias. Así de simple. Que no lo haya escondido, que la Junta hasta febrero mirara hacia otro lado… No es excusa. Si la alcaldesa de Aranda que no tiene compatibilidad para hacer otras funciones laborales, se hubiera dedicado a hacerlas de forma reiterada cobrando unas jugosas cantidades económicas del propio Ayuntamiento o administración pública: ¿Qué nos hubiera parecido?. Pues eso. Nadie le ha prohibido ser gerente, pero ha preferido no conformarse con un sueldo inalcanzable para muchos ciudadanos, porque es 'poco'. Le tenían ganas parece ser, y todo apunta a que los suyos (la Junta), los primeros.
Y con todo esto, nos hemos plantado a dos días y medio de la campaña electoral. Una campaña en la que podemos llegar a ver incluso que el pleno del Ayuntamiento apruebe unos presupuestos municipales. En momentos, parece que la oposición tiene más ganas de que salgan adelante que el propio equipo de gobierno (que también). Será que todos se ven como ganadores y quieren tener unas cifras actualizadas para trabajar a partir del 17 de junio. Debe de ser que el optimismo campea en la cancha política. Eso sí, todos no pueden ganar.
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