Vistas infinitas y almenas que esconden siglos de historia. La Ruta del Vino Ribera del Duero propone variedad de alternativas, entre ellas, miradores que ofrecen panorámicas increíbles y castillos que atesoran un patrimonio arquitectónico singular. A pesar de que son numerosas las alternativas, una de las posibilidades de mezclar naturaleza y riqueza medieval nos lleva de ruta desde Roa de Duero hasta Peñafiel. A nueve kilómetros de la villa raudense, se encuentra el municipio de Valcabado, donde se puede disfrutar del denominado ‘Balcón de la Ribera’. A 900 metros de altura asoma a la ladera del páramo. En ese emplazamiento único y singular, se pueden divisar en el horizonte las cuatro provincias que forman las Ribera del Duero: Burgos, Valladolid, Segovia y Soria. Los viñedos alcanzan un protagonismo especial en la retina, pero también municipios que se vislumbran en la lejanía, o incluso la Cuesta Manvirgo.
Desde el Balcón de la Ribera, en un trayecto de pocos minutos en coche, se llega hasta el Balcón del Duero. El espolón de Roa es una seña de identidad del municipio sede del Consejo Regulador de Ribera del Duero. Históricamente, desde este punto se divisaba y quedaba asegurada la línea del Duero. A sus pies, se contempla el puente mayor de Roa, testigo de innumerables hazañas, y a lo lejos destaca la fortaleza del conjunto histórico de Haza. En el espolón se dan cita elementos tan interesantes como una bombarda o cañón del siglo XIV o el monumento en bronce al Cardenal Cisneros, que mucho tiene que ver con esta villa, donde falleció en 1517.
Después de haber disfrutado de las vistas impresionantes, es hora de continuar con panorámicas espectaculares, pero está vez desde las fortalezas y sus secretos. A 23 kilómetros de Roa, transitando primero por la N-130 y luego por la N-122, se alcanza Peñafiel, avistando desde lejos la imponente presencia de su castillo. Comenzó a levantarse en el siglo IX y fue declarado Monumento Nacional en 1917. Desde hace dos décadas es la sede del Museo Provincial del Vino de Valladolid y en el interior el visitante se adentra en el mundo del vino a través de su historia y su cultura. La imagen del castillo que vemos hoy es fruto de las diversas intervenciones que han ido produciéndose a lo largo de los siglos, aunque su aspecto actual se debe a Don Pedro Téllez, que lo levantó en el siglo XV. Posee un aspecto de gigantesco navío con más de 210 metros de longitud y 33 metros de anchura. En el centro del castillo se alza la Torre del Homenaje, mirador privilegiado de las riberas del Duero y del Duratón, del valle del Botijas y, por supuesto, de viñedos y pinares ribereños.
Y a tan solo cuatro kilómetros, en Curiel de Duero de Peñafiel, nos sorprende otro castillo. Cuenta la leyenda que había un gigante que ponía un pie en el castillo de Curiel y otro en el de Peñafiel para beber agua del Duero. La realidad es que la localidad tuvo dos castillos en la Edad Media. Uno de ellos, el que perdura actualmente, es el castillo – fortaleza situado en lo alto de un roquedo, llamado también de Doña Berenguela. Ahora convertido en hotel restaurante, se dice que el castillo de Curiel es el más antiguo de Valladolid y también el punto habitado más alto de esta provincia. Cuenta la historia que fue propiedad de siete reyes castellanos. Dentro del anecdotario se detalla que en la fortaleza estuvo preso Diego de Castilla y Sandoval durante 54 años, siendo uno de los cautiverios más largos de la historia de España. Las vistas divisan a Curiel, pero también una bella panorámica del Valle del Duero, así como de la localidad de Peñafiel.
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