El maridaje de vino y gastronomía es una combinación perfecta. El ensamblaje de los platos más típicos de la comarca se convierte en un reclamo para los enoturistas que optan por visitar la Ruta del Vino Ribera del Duero. Desde el tradicional lechazo asado en horno de leña de encina o adaptado a la nueva cocina, pasando por multitud de platos de cuchara, la morcilla, los torreznos, los postres, la torta de aceite y un sinfín de propuestas que deleitan a los comensales. Todos esos platos, sin lugar a dudas, maridan a la perfección con los vinos de la Denominación de Origen.
En el recorrido por la gastronomía más típica, la primera parada está en el producto estrella, el lechazo asado en horno de leña. Una tradición traspasada generación tras generación y que se ha convertido en una seña de identidad de la Ruta del Vino Ribera del Duero. Siempre con la compañía de un vino con Denominación de Origen Ribera del Duero y con una ensalada de lechuga. Más allá de esa parada obligatoria, la gastronomía ribereña se abre a muchos otras ofertas. Tradicionales o vanguardistas que hacen disfrutar alrededor de una buena mesa. También delicias en miniatura que mezclan sabores inundan las barras de los diversos establecimientos. Más allá, a pie de campo, el lechazo, en chuletillas, a la brasa y a en una bodega tradicional con siglos de historia es otro de los imprescindibles. Una tradición, en los pueblos alimentados en la cultura del vino que esperan también para acercar sus encantos patrimoniales y turísticos.
En esta ruta gastronómica no puede faltar el bacalao ‘Estilo Taberna’, tradicional e histórico en la localidad de Roa. Se elabora lentamente en la lumbre en una cazuela de barro. Esta receta se degusta generalmente en invierno. Los raudenses suelen colocar unos palos de sarmientos formando una “cama”, sobre la que colocan cuidadosamente el paño y así se aseguran que el guiso termina de reposar, facilitando la evaporación y sin que el paño acabe tocando el bacalao.
Asimismo, llama especialmente la atención, por ser una costumbre típica de Vadocondes, el asado de cordero al pincho. Primero se hace una hoguera de encina o sarmiento, cuando están en ascuas se pone encima el cordero clavado en un pincho de hierro largo el cual se apoya la parte delantera y se va dando vueltas, a la mitad de asado se saca para echarle sal, se coloca de nuevo sobre las ascuas hasta que está hecho el cordero, se sirve seguidamente para que no se quede frío. También se asan al pincho el pollo o el conejo y se le añade la “preve”, salsa de ajos, pimentón y vinagre.
Y para calentar el cuerpo, qué mejor que unas buenas Sopas de Ajo, al estilo Ribera del Duero. Una receta sabrosa, sencilla y además barata. Se dice que esta propuesta culinaria se tomaba, hace décadas, en las gélidas mañanas antes de empezar una dura jornada de trabajo en el campo. Para completar auténtica sopa de ajo será necesaria una barra de pan del día anterior, huevos, ajo, pimentón, agua y sal. La forma de ejecutar la receta es muy sencilla, pero hay un truco especial para que el resultado sea perfecto. Es necesario prestar mucha atención al fuego para que no se ‘arrebaten’ los ingredientes.
Entre los productos más típicos, destaca también la morcilla de Aranda. Posee dos señas especiales de identidad que marcan la diferencia. Las especias tradicionalmente utilizadas son el comino, la pimienta negra y un punto de canela. Además, en la producción, hay dos cocciones, una antes del embute y otra después, razón por la cual es una variedad más apreciada porque 'repite' menos. Dentro de la matanza, no nos podemos olvidar de los estacan los chorizos botagueños. La torta de Aranda, otro de los imprescindibles. Un pan con forma redonda y más bien plano con una ración generosa de aceite de oliva, un tono dorado y una textura crujiente muy apetitosa. Y para coronar un buen dulce. Empiñonados, yemas, hojaldre con nata y crema, arroz con leche, natillas, rosquillas, o pastas caseras. Un sin fin de delicias para el paladar que aderezan el gusto de los amantes del turismo relacionado con el vino.
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