Bodegas, ofertas gastronómicas, alojamientos enoturísticos o patrimonio monumental, son algunos de los reclamos más conocidos de la Ruta del Vino Ribera del Duero. Pero los 115 kilómetros de longitud de la zona turística, distribuida en cuatro provincias (Burgos, Valladolid, Soria y Segovia), alberga muchos otros atractivos para los visitantes. Lugares mucho más desconocidos para el gran público, pero que conforman un complemento perfecto para escarbar en la historia y en la naturaleza y cerrar un viaje lleno de sensaciones.
Atalaya de Quintanilla Tres Barrios
En la provincia de Soria, por ejemplo, quedan vestigios importantes de la cultura islámica, a través de la denominada Ruta de las Atalayas. Una de las construcciones más destacadas se encuentra en Quintanilla de Tres Barrios. A casi mil metros sobre el nivel del mar, y a dos kilómetros al sur de la localidad, se alza una atalaya circular de origen islámico, fechada en el siglo X. Conserva nueve metros de altura, estando la entrada de acceso en elevación, a unos dos metros y medio, con un falso arco en el interior. Tiene 4,8 metros de diámetro, de base maciza y muros de aproximadamente un metro de grosor. Con fecha de 2014, la Atalaya de Quintanilla fue declarada Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Además, se ha delimitado un entorno de protección debido a su ubicación desde donde domina un amplio paisaje, que incluye el Castillo de Gormaz, Alcubilla del Marques y San Esteban. El paraje donde se encuentra ubicada la Atalaya goza de una excelente panorámica visual, lo que la convierte en un mirador paisajístico de gran proyección espacial. A lo largo de la historia, la Atalaya ha sido testigo de diversas contiendas y litigios. Batallas acaecidas sobre el terreno y en los tribunales. Su terreno estuvo marcado por el paso de un ramal de la Cañada Real.
Puente de Quintanilla de Onésimo
A lo largo de la Ruta del Vino se pueden encontrar decenas de puentes que se levantan sobre el río Duero. Entre ellos, se encuentra el que une las localidades vallisoletanas de Quintanilla de Onésimo y Olivares del Duero. Los primeros testimonios sobre el puente datan de finales del siglo XV. El 17 de febrero de 1494, los Reyes Católicos despachan una comisión para el Doctor de Villaescusa (Corregidor de Valladolid) para que visite ambas villas y averigüe la necesidad de construir dicho puente y el costo de la obra. Como curiosidad, en 1812, en plena Guerra de la Independencia, el general inglés Wellington voló un ojo del puente, en su estrategia contra los franceses, que estaban apostados en Quintanilla. En 1816 se pide a los Dominicos de Peñafiel que acondicionen y reparen el puente.
En el siglo XVIII este precioso puente contaba con 7 arcos, 800 pies de largo, 39 de ancho y 49 de altura desde la corriente. Los arcos actuales son de medio punto, siendo el central el de mayor tamaño. Los pilares son protegidos por tajamares de ángulo curvo y los estribos del puente son de planta cuadrada.
La Cueva del Búho
En los municipios de La Vid y Guma, en la provincia de Burgos, encontramos otro lugar especial y poco conocido por el gran público. Tras un paseo por un monte mediterráneo integrado por pinares de pino resinero en los que tradicionalmente se ha extraído resina; encinares y bosques de sabina albar, se alcanza este recóndito y bello lugar. La cueva, sin lugar a dudas, constituye un enclave de singular relevancia ofreciendo refugio al gato montés, garduña, gineta y búho real. Un lugar idílico como unas espectaculares vistas a donde se encuentra un remanso de paz en contacto con la naturaleza.
Playa fluvial de San Esteban de Gormaz
La Ruta del Vino Ribera del Duero también cuenta, con algunos lugares para disfrutar del río y el baño. Entre ellos destaca la playa fluvial enclavada en la localidad soriana de San Esteban de Gormaz y que es la única zona de la comarca declarada como apta para el baño por el censo de la Junta de Castilla y León. Se ubica justamente en las etapas 7 y 8 del sendero de gran recorrido GR-14.
Aguas arriba de "El Sotillo" se puede disfrutar de dos zonas de baño previas a una escollera formada por grandes bloques de piedra y hormigón que amansan a la ‘fiera’. La Alameda es una playa mixta de arena y piedra protegida por una tupida arboleda, con zonas de descanso, mesas y barbacoas. En la orilla contraria está La Rambla (margen derecha), una pequeña zona también de relax, que además cuenta con un par de escaleras para entrar y salir del agua, salvando el pequeño desnivel que forma el río con la calzada peatonal.
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